El artífice del milagro económico de Bolivia busca atajar la crisis como presidente
Una familia boliviana recoge alimentos en La Quiaca, un pueblo argentino en la frontera con Bolivia.
Las esperanzas de Bolivia están puestas en Luis Arce, el nuevo presidente electo del país andino. El exministro de Economía no solo obtuvo los votos de los simpatizantes del Movimiento Al Socialismo (MAS), su partido, sino también de quienes quieren ver una repetición del “milagro económico” que instrumentó bajo el mandato de Evo Morales: casi una década (2006-2014) de alto crecimiento y reducción de la pobreza. Pero el panorama actual es muy diferente. Arce tomará el poder en medio de una crisis económica y sanitaria inédita que, coinciden los especialistas, no permitirá una fácil repetición de su éxito.
La economía boliviana caerá un 7,9% este año debido a la crisis por la pandemia, de acuerdo con estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI). Su recuperación, sin embargo, se prevé acelerada, con un rebote estimado del 5,6% en 2021. “La crisis económica fue un tema central y decisivo en la contienda”, dice Diego Von Vacano, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Texas A&M y asesor de la campaña presidencial de Arce. Que haya ganado con el 53% de los votos, según los resultados preliminares, indica que muchos bolivianos que no necesariamente se identificaban con el MAS le dieron su voto, asegura Von Vacano. “La gente empezó a darse cuenta de que, en una época de coronavirus, cuando la crisis económica se puso más aguda, sería mejor tener un economista con la mente clara para poder enfrentar esto”, explica.
Con 11 millones de habitantes, el 34,6% de los bolivianos viven en pobreza y el 12,9% en pobreza extrema. Como en el resto de los países de América Latina, se espera que la pandemia empuje a muchos más de la clase media a la baja. El plan económico de Arce asegura que, a través de apoyos al sector agropecuario, su gobierno garantizará la seguridad alimentaria.
Desde La Paz, el economista Napoleón Pacheco opina que si Arce “ha proyectado esa imagen de buen ministro, de buena gestión, esto se explica por un contexto externo extraordinariamente favorable. Evo Morales llegó al poder en un momento clave, en el que el mercado de gas del Brasil ya estaba abierto, luego de 20 años de negociaciones bolivianas para vender en él. Hubo una constelación de factores favorables sin los cuales Bolivia no hubiera podido aprovechar el boom de precios de las materias primas”. Esto le dio a Arce recursos extraordinarios para cubrir el crónico sobregasto fiscal del país, explica el experto, por eso hubo superávits presupuestarios por varios años consecutivos hasta que los precios de los bienes de exportación volvieron a caer.
“Entonces los déficits volvieron y en ningún momento Luis Arce quiso revertirlos, porque eso implicaba ponerle un freno a la inversión pública. Su consigna era enfrentar la desaceleración de la China y de la economía mundial con inversión y déficit”, afirma Pacheco.
El Estado como actor económico
El modelo económico boliviano creado por Arce considera la existencia de dos sectores: uno “estratégico generador de excedentes”, compuesto por las industrias petrolera, minera y eléctrica, y un sector “generador de ingresos y empleos”, conformado por las industrias manufacturera, la agropecuaria, la construcción, el turismo, entre otros. El primer sector está en manos del Estado, convirtiéndolo en el principal actor de la economía. El objetivo es trasladar los excedentes hacia el segundo sector para “industrializar los recursos naturales”, lo que se ha traducido en grandes obras de infraestructura y la creación de otras decenas de empresas públicas. También se busca financiar una amplia gama de políticas sociales.
¿Cómo se financiará este modelo ahora que el sector exportador ya no puede proveerle los recursos que necesita? Según Omar Yujra, integrante del grupo de asesores económicos de Arce, se logrará, primero, dejando de pagar la deuda externa por dos años, lo que significará un ahorro de 1.600 millones de dólares en capital e intereses. Además, se impondrá un nuevo impuesto a las grandes fortunas, que redituará 400 millones de dólares cada año, aunque solo afectará a unas 10.000 personas.
Con este impulso inicial, el Gobierno de Arce buscará apoyar a los tres sectores que más crean empleo: la manufactura, la agricultura y el turismo interno. Así espera resolver el problema más acuciante de este momento: la falta de fuentes de trabajo, en especial para los jóvenes. “Tendremos un enfoque neoproteccionista: fomento de la producción nacional con la mayor sustitución de importaciones posible”, dijo Yujra a este diario. Siguiendo esta lógica, se buscará sustituir las importaciones de diésel, que generan una importante pérdida de divisas para el país, con la producción nacional de biodiesel vegetal.
Pacheco piensa que Bolivia no puede confiar en proyectos aún no probados y que, para mantener al país funcionando, Arce no tendrá otra salida que endeudarse significativamente con los organismo financieros internacionales, como ya comenzó a hacer el Gobierno interino de Jeanine Añez. Esta salida, nos obstante, sería contradictoria con la idea del nuevo presidente de declarar una moratoria temporal de la deuda externa.
Bolivia cuenta con los recursos de litio más grandes del mundo que aún no se han comercializado. El litio es un mineral sin el cual no se pudieran producir las baterías de celular, computadoras y autos eléctricos que prometen reducir las emisiones de carbono y la contaminación del planeta, por lo que algunos lo consideran “el nuevo petróleo”. El potencial económico de esta sustancia para Bolivia es enorme, dice Von Vacano. Solo que el país todavía no define un rumbo para comercializar sus reservas. Por razones ideológicas, el MAS nunca ha querido que el país se limitara a exportar carbonato de litio, que es el recurso primario. Morales incluso soñó con producir baterías eléctricas “made in Bolivia”.
Arce buscará las asociaciones público-privadas, dice Von Vacano, manteniendo la soberanía del país. Esto implicaría una importante fuente de ingresos tributarios si se encontrara inversionistas y empresas privadas dispuestas a trabajar las reservas sin privatizarlas. El anterior Gobierno boliviano estaba en este camino con un joint venture con la empresa alemana ACI Systems, que el derrocamiento de Morales en noviembre de 2019 cortó de cuajo.
“La de Arce va a ser una labor difícil, esta es una crisis bien seria”, asegura Von Vacano, “pero yo creo que poco a poco va a lograr tener éxito”.