El cristal con que se mira y las realidades económicas
El discurso oficial coloca el estreno de la historia cuando el MAS llegó al poder. Todo depende con el cristal con que se mire. En este caso todo depende que datos se miren para tener una idea del auge que hasta 2014 vivió la economía boliviana.
¿CUÁNDO EMPEZÓ EL ÚLTIMO AUGE?
Si observamos los datos de la tasa de crecimiento del PIB (Gráfico 1) el auge se inició en 2002, a partir de un repunte de 2,49%. Este repunte fue después de una caída después de alcanzar una tasa optimista para la economía boliviana en 1998 (5,03%) que era la continuación de un proceso que empezó en 1988. Para hablar del último auge hay que mirar el ciclo que se inicia en 2002. Si se toma una tasa algo más respetable se debe iniciar el conteo en 2004 con un crecimiento del 4,17%. El PIB real, entonces, creció en promedio en un 6% en trece años hasta 2016.
Gráfico 1. Tasa de crecimiento del PIB, 1950 – 2016
Fuente: INE, elaboración propia.
Si se toma una perspectiva menos macro, más bien una de orden departamental, se modifican las pautas que se necesitan para determinar el inicio del auge. Tarija, centro de la producción de gas, alcanzó un crecimiento de 4,2% el año 2000, después de un descenso que llevó a esa economía a una cifra de decrecimiento de su producto de -1,57 resultado de las repercusiones de la crisis asiática (Gráfico 2). No fue la única economía departamental que reveló la ausencia de los cacareados blindajes; Santa Cruz cayó mucho más a un -4,26; un verdadero desastre de fin de siglo. Recuperó no obstante para superar positivamente a Tarija el siguiente año con una tasa de 5,32% y marcar un efímero auge para ese departamento. Tarija, no obstante, no ceso en su crecimiento a partir del año 2000 y alcanzó un extraordinario record con la asombrosa tasa de 25,42% de crecimiento en 2005. Superó así marcas elevadas de años inmediatamente anteriores que descollaron el 15%.
Gráfico Crecimiento del PIB de cuatro departamentos 1989 – 2016
Fuente: INE, elaboración propia.
Un proceso que se debe destacar es el vivido por la producción del departamento de Oruro. Sumido en una depresión económica que lo llevó a tasas negativas en la evolución del PIB por tres años consecutivos, del 2002 al 2004, da un prodigioso salto en 2008 al crecer en 18,53%. Tasa que es superada, también de manera espectacular, por Potosí que el mismo año crece en 24,25%. Ambos casos un reflejo del auge de los precios internacionales de las materias primas que hicieron posible expansiones de sus economías internas, y aunque retardadas con relación al auge del gas, reprodujeron los fenómenos de expansión en sus mercados internos. Asimismo, las caídas que sufren estas dos economías las hunde en la depresión en 2012 y se adelantan a la depresión de Tarija que le llegó tres años más tarde.
La economía de un país es un proceso complejo y presenta múltiples facetas y diversos encadenamientos con el pasado cercano y lejano. Varios gobiernos pueden atribuirse los efectos positivos de la exportación del gas y se puede buscar las ideas y decisiones originales en más de medio siglo. Lo que ninguno se puede atribuir son las grandes variaciones de los precios internacionales de las materias primas (“commodities”). Estos llegaron cuando había un gasoducto y reservas probadas como para impulsar el crecimiento del PIB nacional como también el de los departamentos.
Además, una riqueza mineral que, aunque en su sector moderno no genera muchos empleos, se empecina en impulsar auges como en la década del 70. Un auge que la sabiduría convencional (la que la gente cree sin mayores pruebas que la que afecta su bolsillo) llevó a la conclusión que Banzer fue quien la logró, cuando fue el azar y el caos propio de los mercados. Creencias que lo llevaron a ser elegido constitucionalmente en la década del 90. En las dos décadas pasadas algo similar aconteció y si Evo Morales no se empecina en la re-re-re elección, dadas las condiciones de decaimiento de la economía nacional, no sería raro que la gente crea que puede ser el futuro salvador y lo reelijan para el bicentenario de Bolivia.