INDICADORES VS SEÑALES EN ECONOMÍA

En un programa nocturno de televisión, dos analistas económicos intercambiaron ideas y posiciones sobre la situación actual de la economía nacional.

Como era de esperarse, ambos, hicieron prevalecer sus puntos de vista de acuerdo a su percepción personal y la exposición de diferentes indicadores económicos, ejemplos y fuentes de información.

Al finalizar la entrevista, uno de ellos “más pesimista” que el otro, señaló, como ejemplo, que la situación económica del país estaba tan mal, que no había ni siquiera “mantequilla” en los estantes de los supermercados para adquirirla, o que ésta estaba muy cara para comprarla, lo cual, reflejaba la existencia de dificultades en la economía.

A esto, la respuesta de su colega “más optimista” no se dejó esperar, señalando que la existencia o no de “mantequilla” en los estantes de los supermercados no representaba un indicador económico, y que no se debería utilizar ese tipo de ejemplos, o comparaciones, para interpretar la situación económica de un país y menos para alarmar a la población.

Palabras más, palabras menos, sobre este hecho, la entrevista terminó dejando una duda (o tal vez más) en los televidentes: ¿Se debe hacer caso a las señales de la economía? o ¿A los indicadores de la economía?

Indicadores, señales y credibilidad institucional

Es por demás sabido que, para la elaboración de una investigación, un artículo científico o cualquier tipo de análisis, se debe acudir a fuentes primarias de información, fuentes fidedignas; eso, es conocido y es básico.

Sin embargo ¿Qué pasa cuando las instituciones o entidades que otorgan información primaria son cuestionadas en cuanto a la calidad y posible veracidad de sus datos? Fácil, se pierde credibilidad y surgen dudas, por no reflejar, posiblemente, la realidad.

Pasó con el tema de los dólares. Hace un tiempo atrás, se señaló con indicadores que no había escasez de la moneda norteamericana; sin embargo, semanas y meses después se observó que había dificultades para encontrar la divisa norteamericana en el mercado, con sus efectos (ya conocidos) sobre la normal realización de las actividades de comercio.

Lo propio sucedió con el diésel y la gasolina; con datos e indicadores que mostraban que no faltarían dichos carburantes en los surtidores, se aseguró en varias oportunidades su normal abastecimiento, sin embargo, de un tiempo a esta parte la provisión de los mismos es irregular, siendo ya común ver colas de vehículos en los surtidores, especialmente por demanda de diésel.

Las amas de casa saben que no hay arroz como antes (a bajo precio); que hay que ahorrar y no gastar, que las cosas están más caras, como los artículos de limpieza, las telas, entre otros (las mamás, sí saben interpretar “señales”). 

Entre otros aspectos, los insumos de construcción también han subido de precio, el aluminio y vidrio, por ejemplo; y cómo no, en el sector transporte, hasta los repuestos de vehículos se han encarecido.

Lo último cuestionado, fueron los resultados del Censo. Al respecto, no ha habido ninguna autoridad municipal de las principales ciudades del país que haya mostrado entera satisfacción y/o conformidad por los datos presentados; los resultados, en una mayoría, se han tomado con más dudas que certezas, poniendo en riesgo la credibilidad de semejante actividad censal.

Retomar la confianza y credibilidad

Urge retomar la confianza y la credibilidad institucional, en general.

Tal vez, lo primero que deba hacerse es ya no perderla más; hacer un “mea culpa” profundo sobre el manejo de información. Ser honestos y sinceros en el procesamiento de datos, la calidad de información y su forma de difusión.

Los datos de fuentes primarias de información no deberían cuestionarse, deberían ser usados como instrumentos de guía y análisis para la toma de decisiones y formulación de políticas públicas y privadas.

Las señales que uno encuentra en el diario vivir, sin ir lejos, en los mercados, deberían ser complementarias a todos los indicadores económicos para la interpretación de cualquier realidad; sin embargo, hoy “priman más las señales”, y muestran que las cosas, lamentablemente, no están bien.