Capitalismo y Mercado

La  historia de la humanidad ha avanzado implacable hasta que el desarrollo de la mente humana, por el avance de la ciencia y sus aplicaciones a la tecnología, abren a los seres humanos la posibilidad de ejercitar lo mejor de su humanidad; su sentido de empatía, solidaridad y altruismo. Es únicamente la superación de condiciones extremas de sobrevivencia las que permiten al ser humano ejercitar su humanismo, todo el resto son espíritus animales.

El ser humano reducido a condiciones de luchar por lo mínimo necesario para vivir se acerca a la animalidad. Para que la humanidad pueda ejercer lo mejor de sí es necesario que se haya alejado de luchar milímetro a milímetro por su supervivencia.

Esta condición de mirar más allá del propio interés o del propio plato, de manera general, es posible gracias a los grandes avances que el capitalismo ha logrado engendrar. Estas son las condiciones para que todos los platos se puedan llenar. Otra cosa es que éstos estén llenos pero, como única en la historia de la humanidad, esta posibilidad existe en las más diversas potencialidades por el desarrollo del capitalismo y, verosímilmente, existe desde hace casi un siglo.

Sí, desde hace algo más de cien años, la humanidad liderada por el desarrollo de las burguesías nacionales tornándose en poder internacional, alcanzó las condiciones para lograr mucho más que llenar todos los estómagos de la especie humana.

Que esta potencialidad no se haga realidad y que incluso se tenga que recurrir a la guerra para retrasar semejante acontecimiento es otra cosa. Pero que la potencialidad está ahí y hoy en día con mayor abundancia es, simplemente, parte de la historia.

La afirmación que el capitalismo ha contribuido a disminuir consecuencias de realidades que siempre afligieron a la especie humana como, por ejemplo, la extrema mortalidad infantil, es innegable, aunque todavía afecta a grandes números de infantes. Como es también innegable que para alcanzar muchos de sus logros se apoyó en el poder del mercado. No el mercado armónico, que no existe, sino el del orden caótico, el que crea y destruye porque es un instrumento ciego en el que poderes monopólicos actuando en sus entrañas ejercen mayor dominio de esa maquinaria.

El mercado precede al capitalismo y lo sobrevivirá. Lo que no quiere decir que sea el demiurgo de la historia. Existe y debe ser utilizado, hoy en día, con acciones que necesariamente asuma el Estado. El mercado sin restricciones genera resultados aleatorios que arrojan grandes desigualdades entre las personas y no se trata de esperar que en un futuro incierto pueda filtrar bienestar a los que les toco la peor parte en el presente.

Los estados, en consecuencia, deben ejecutar políticas públicas orientadas a mejorar las condiciones productivas, de trabajo y de equidad social. Esta no llega ni se sostiene sin acciones claramente orientadas a mejorar las posiciones de los peores situados, condición en la que muchos se encuentran no por conductas deliberadas sino como consecuencia del ciego mercado.