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Sociedades como la cubana o la venezolana se han orientado a favorecer la distribución de lo que esas sociedades producen. Aunque al hacerlo han puesto en elevado riesgo su capacidad productiva, han logrado relevantes resultados en lo social que muchos comentarios los olvidan. Sectores que estuvieron marginados de la cobertura de servicios sociales en largos periodos anteriores a los regímenes que los gobiernan ahora se encuentran cubiertos.

En el caso de Cuba mucho se ha hablado y estudiado de los éxitos en educación y salud que esta sociedad ha logrado. No obstante, muchos de esos logros quedan ensombrecidos al constatar que, por ejemplo, existen carencias en algunos centros de salud o los lápices son artículos da cuasi lujo. La crisis de abastecimiento de Venezuela hace pensar que todos en ese país no solo desaprueban al régimen político vigente sino que parecería que no hay beneficiarios de las extensas políticas sociales que se llevaron a cabo. Por alguna razón el índice de Gini, con el que se mide la desigualdad de la distribución del ingreso, ha mejorado notablemente en esa sociedad. No me queda la menor duda que esas sociedades en lo social están en mejores condiciones que muchos otros países de América Latina.

No obstante, confrontan una serie de problemas porque en largos periodos de privilegiar lo social no lograron equivalentes avances en lo productivo. En Cuba se han intentado muchas veces aumentar la producción de azúcar y romper récords de producción a la vez que fueron por caminos fracasados de diversificar su economía. Un país sin mayores recursos naturales tuvo que volver a la actividad económica que trató de sustituir: el turismo. Increíblemente su éxito educativo le ha permitido educar tantos médicos en diversas especialidades que ahora los “exporta” con un excedente que favorece al Estado. Paga salarios relativamente bajos a cada médico en otros países y cobra un monto mayor al Estado “importador”. Por el número de médicos cubanos en varios países del mundo Cuba recibe valiosas divisas que le permiten financiar parte de sus importaciones.

Venezuela ha gastado miles de millones de dólares de sus exportaciones de petróleo en sus innumerables programas sociales. Cierto, también ha derrochado gran parte de las divisas obtenidas en consumo conspicuo y extravagancias. Ahora las escaseces que enfrenta hacen que su población añore los tiempos pasados que fueron, sin duda, mejores. Lo cierto es que se descuidaron en la ampliación de su producción y con la abundancia de dólares que le dio el petróleo se olvidaron que podían producir parte de lo que por tanto tiempo importaron.

Estas sociedades y sus gobiernos quisieron suplir con gastos sociales las carencias de grandes sectores de la sociedad que se veían inmersos en condiciones de desesperada y catastrófica pobreza.

Realizar importantes impulsos sociales en ambos países ha sido la característica más destacable de ambos. Pero también fueron por caminos de controlar desde la prensa hasta el poder judicial, se fabrican juicios y, en el caso de Cuba se espía a todo el mundo. Lo triste en estas sociedades es que han optado por caminos al viejo estilo estalinista de establecer estados policiales: Cuba ya con más de 50 años de un control de su población y Venezuela encaminado por el mismo sendero.

La pobreza a la que millones de latinoamericanos se encuentran condenados exige que se introduzcan profundas transformaciones para lograr mayores y mejores niveles de vida. Sin embargo, es imprescindible que el camino a una sociedad más equitativa incluya un efectivo ensanchamiento de las bases productivas a la vez que una efectiva respuesta a las apremiantes necesidades de las grandes mayorías. Este camino, no obstante, debe ir por vías de amplio respeto a los ciudadanos tanto en sus derechos humanos como en sus expresiones democráticas. No se pueden crear mejores sociedades sobre la base de gente que no puede expresar lo que verdaderamente siente o que esté sujeta al constante temor de perder su libertad por oponerse al régimen político que ostenta el poder por mas loable que sean los objetivos sociales que persigan.