La libertad individual y las oportunidades
La libertad de la persona es un objetivo difícil de alcanzar. No me refiero sólo a la libertad de comprar y vender, que es algo que en las sociedades contemporáneas se hace de manera corriente y cotidiana. Me refiero a la libertad en el sentido que Amartya Sen, premio Nobel de economía, le otorga a este vocablo tan utilizado y explicado para diferentes usos y ropósitos. La libertad para este autor “entraña tanto los procesos que hacen posible la libertad de acción y de decisión como las oportunidades reales que tienen los individuos, dadas sus circunstancias personales y sociales”.
Los economistas se refieren también a la igualdad de oportunidades como algo ya alcanzado para todos particularmente al momento de participar en un mercado. Así, para la concepción de la economía ortodoxa. Tener oportunidades es vender y comprar libremente en un mercado. En este sentido, todo ser humano que no sea un esclavo o un siervo, ya alcanzó la igualdad de oportunidades, solo le queda hacer uso de ellas.
Sin embargo, no todo individuo que participa de un mercado posee libertad de acción y de decisión en el sentido de Sen. La libertad de acción y de decisión no está únicamente condicionada por el momento de comprar o vender frente a un precio determinado por el mercado, sino que son conductas resultado de procesos que se pueden calificar de históricos. Dependen de dónde se nació (campo, ciudad, barrio marginal o residencial), de qué y cómo el individuo se alimentó (nutritivamente o no), del tipo de educación que recibió, de si es mujer o hombre, si posee todas o parte de sus potencialidades físicas, si su familia ha podido participar con o sin restricciones de expresión y elección política. Estas son algunas (existen muchas más) de las restricciones que las personas, particularmente en sociedades pobres –aunque no únicamente en ellas- deben confrontar diariamente para disponer o no de las oportunidades que harán posible vivir una clase de vida u otra.
Es la historia personal la que se construye sobre la base de lo que las sociedades permiten y no por la existencia de una voluntad individual que puede querer algo muy distinto a lo que “la vida te da”. Las restricciones que abundan en las sociedades pobres contemporáneas son brutalmente crueles para las grandes masas empobrecidas y ninguna de ellas (las restricciones, por supuesto) han sido libremente elegidas por las personas que conforman esas poblaciones.
No obstante, hay muchos que consideran que es cuestión personal elegir lo que se quiere hacer y ser. En las sociedades pobres existen personas que a lo largo de su vida, posiblemente, no lleguen a tener una clara idea que existen formas menos lúgubres de existencia y no porque no quieran conocer sino porque los condicionamientos de la vida que llevan les niega la posibilidad de conocer mejor.
El mundo de hoy materialmente posee la potencialidad de eliminar las restricciones a las que nos referimos. Sin embargo, lo material no es suficiente para que todos puedan caminar a una libertad plena. Se requiere de otro gran ingrediente que es la conciencia y la necesidad de hacer posible el rompimiento de las restricciones que aprisionan a millones de millones de seres humanos en la ausencia de las libertades de las que Sen habla.