La industrial textil en economías pequeñas
El tamaño de un mercado nacional es un elemento trascendental para definir la viabilidad de su industria textil. El tamaño del mercado puede estar definido por una gran población, por un alto nivel de ingreso personal promedio o por ambas. Economías que no tienen una gran población, como la sueca, que tiene algo menos de 10 millones de habitantes, o la de Finlandia, con casi 5 millones y medio, han logrado generar mercados internos sólidos debido a que tienen, principalmente, un ingreso por habitante relativamente elevado. De acuerdo a datos publicados en el sitio del Banco mundial para 2013, Suecia tuvo un ingreso per cápita de 58.269 dólares y Finlandia de 47.219. Ambos ingresos están entre 15 y 20 veces el ingreso por persona alcanzado en Bolivia.
En el caso de Bolivia no sólo el ingreso por persona es bajo sino que en este país se tiene una población comparativamente pequeña. La combinación de pocos habitantes y pobreza es fatal para la formación de mercados internos. Peor aún si se espera hacer florecer una industria textil que por muy largo tiempo más tiene que competir con las industrias de los países asiáticos, particularmente con la de China. Este último, por siglos con una gran población, que ya por sí sola pudo ser un buen mercado, y que ahora cuenta con una creciente clase adinerada y sectores medios, ambos con relativos elevados niveles de compra. Imagínese 1.300 millones de chinos con un promedio de ingreso igual a 6.807 dólares. Si tan sólo el 10% de esa población tiene un ingreso igual a cuatro o cinco veces ese promedio, se tiene un hiper gigantesco mercado. Y esa es la China con su actual poder productivo y con un creciente mercado que permite la creación de grandes industrias que aprovechan enormes economías de escala (o sea que a mayores niveles producidos el costo por unidad baja).
Bolivia, como la gran mayoría de países del mundo, no puede competir con los precios a los que la China puede vender sus productos textiles. Por tal razón Enatex, la empresa comprada por el Estado al industrial Iberkleid, se muestra con limitadas posibilidades de resolver su situación tanto de mercado para sus productos como de alternativas para financiar sus déficits. Al parecer el buen negocio fue hecho por Iberkleid al venderle al Estado una industria que no tenía mayores posibilidades. Y si las tuvo alguna vez, los actuales ejecutivos no supieron aprovecharlas.
El negocio de los textiles y de las confecciones actúa ya en una ruda competencia y Bolivia es una hormiga frente a un ágil gigante chino.
Si algo se puede hacer en el campo de textiles y confecciones en una economía como la boliviana se reduce a detectar, primero, hilos exclusivos como puede ser aquellos elaborados con lana de vicuña o de alpaca. Segundo, producir tejidos y confecciones también de alta calidad para, tercero, dirigirlos a mercados exclusivos, de alto poder de compra (gente rica), como pueden ser las grandes capitales de Europa o grandes ciudades del resto del mundo. Esta es una tarea que puede hacerse por privados, con participación directa o indirecta del Estado, pero con una clara visión de lo que significa el mercado internacional y los volúmenes de lo que aquí se puede elaborar con calidad y exclusividad. Los réditos de esta actividad pueden ser muy generosos para Bolivia. Es, en realidad, una observación aplicable a una variedad de otros productos en los que Bolivia posee esa potencial exclusividad.