POLÍTICAS PÚBLICAS: UNA MIRADA A TRAVÉS DE LA ECONOMÍA DEL COMPORTAMIENTO

El debate en torno a la economía del comportamiento a menudo se centra en cuestionar los supuestos fundamentales de la economía tradicional, ¿Son los individuos realmente racionales? ¿Optimizan siempre en los entornos de mercado?

Esto desafía la idea de la racionalidad perfecta al sugerir que los seres humanos no siempre toman decisiones racionales y que, en cambio, están influenciados por una serie de factores externos. Estos factores, incluyen tanto las circunstancias generales en las que vive una persona como los estímulos externos que estimulan a tomar decisiones específicas. A continuación, se va a detallar conceptos fundamentales, el alcance y las implicancias que tienen en las políticas públicas.

El campo de la economía conductual

El modelo convencional parte del supuesto de que los individuos toman decisiones orientadas a maximizar su propio bienestar, sin considerar a otros, y que procesan toda la información disponible de manera “adecuada”. Sin embargo, en las últimas décadas, el campo de la economía ha cuestionado la validez de estos supuestos y ha evidenciado cómo depender de ellos puede ser peligroso, especialmente en áreas como las políticas públicas y el desarrollo.

Desde los aportes precursores de Simon (1955), Thaler (1980), Kahneman y Tversky (1979), la economía ha experimentado una integración de aspectos psicológicos en los supuestos tradicionales. Esta síntesis ha dado lugar a un subcampo dinámico dentro de la economía del comportamiento, abordando fenómenos como la aversión a las pérdidas, el sesgo presente y la falta de atención.

Aunque Adam Smith ya había señalado la influencia de factores psicológicos en la toma de decisiones, fue en las décadas de 1960 y 1970 cuando la economía del comportamiento comenzó a destacar globalmente, con importantes contribuciones teóricas y aplicadas.

Kahneman recibió el Premio Nobel de Economía en 2002 por su trabajo en la teoría de perspectivas y la toma de decisiones, desarrollado en colaboración con Tversky. Thaler, quien también ganó el Premio Nobel de Economía en 2017, contribuyó significativamente al campo desde la década de 1980, colaborando con Kahneman, Tversky y Sunstein en obras influyentes como “Nudge”.

Economía del comportamiento vs. Enfoque tradicional

La observación de casos múltiples revela cómo los factores influyen en las decisiones, generando un comportamiento de los agentes que no se alinea con los supuestos del modelo económico tradicional. Esta divergencia en la toma de decisiones, identificada como “desviaciones sistemáticas”, es predecible y afecta a la mayoría de las decisiones individuales. Estas desviaciones, están agrupadas en tres categorías principales:

  1. Preferencias: El sesgo presente, que lleva a preferir o sobrevalorar todo lo que sucede en el presente y subestimar las posibles consecuencias futuras de ello.
  2. Creencias: Cuando se estima la probabilidad de que ocurran ciertos eventos en base a una muestra particular o pequeña y no representativa de experiencias pasadas.
  3. Procesamiento de información: Cuando se recurre a atajos mentales a la hora de tomar decisiones, con el objetivo de suprimir nuestra sobrecarga cognitiva.

Fuente: Banco Interamericano de Desarrollo (BID)

Economía del comportamiento y políticas públicas

En la actualidad, por ejemplo, las campañas publicitarias y las estrategias de comunicación deben considerar cuidadosamente las emociones y percepciones que influyen en el comportamiento de su audiencia objetivo si desean captar su atención y generar un impacto importante.

También es notable la tendencia en aumento de los gobiernos y las organizaciones internacionales hacia la adopción de enfoques basados en la economía del comportamiento. Este movimiento refleja un reconocimiento cada vez mayor de las limitaciones de las políticas públicas tradicionales y una creciente confianza en la aplicación de conceptos psicológicos y de comportamiento en la formulación de políticas para mejorar la eficacia y la relevancia de las intervenciones gubernamentales.

En la situación actual, por parte de los gobiernos, se ha mostrado un creciente interés en los principios de la economía del comportamiento, considerándolos herramientas clave para diseñar políticas públicas más efectivas. Estos principios ofrecen una comprensión más amplia del comportamiento humano, lo que permite a los gobiernos desarrollar políticas más focalizadas en términos económicos.

El estudio de Chetty (2015) analiza cómo la economía conductual influye en las políticas públicas de tres maneras clave. Estas contribuciones incluyen el desarrollo de nuevas herramientas para la formulación de políticas, la mejora de las predicciones sobre los efectos de las políticas existentes y la generación de nuevas implicaciones para el bienestar. El enfoque se centra en aplicaciones concretas relacionadas con el ahorro para la jubilación, la oferta laboral y la política de vivienda, abordando una pregunta fundamental: ¿Cómo podemos aumentar las tasas de ahorro?

  • Ahorro para la jubilación: La economía conductual ofrece herramientas políticas innovadoras, como los “nudges”[1] motivados por modelos de elección pasiva, que han demostrado tener un impacto significativamente mayor en las tasas de ahorro para la jubilación que los subsidios tradicionales. Estos hallazgos sugieren que las estrategias basadas en el comportamiento pueden lograr tasas de ahorro que no serían alcanzables mediante los enfoques convencionales.
  • Impacto del Crédito Tributario por Ingreso del Trabajo (EITC): Los modelos de comportamiento han demostrado ser útiles para predecir los efectos del EITC en las decisiones de oferta laboral incluso sin producir nuevas herramientas políticas. Se ha descubierto que las diferencias en el conocimiento sobre el programa entre áreas proporcionan nuevas perspectivas para identificar los impactos del EITC en la oferta laboral, revelando su éxito en aumentar los ingresos entre las personas con salarios bajos.
  • Diseño de políticas de vivienda: Los modelos de comportamiento proponen nuevas ideas sobre las consecuencias para el bienestar y el diseño óptimo de políticas, particularmente en el contexto de políticas de vivienda destinadas a familias de bajos ingresos. Estos modelos sugieren que las políticas que fomenten a las familias a mudarse a áreas que mejoren los resultados de sus hijos, a través de subsidios de vales de vivienda o asistencia para encontrar un nuevo alojamiento, podrían generar resultados significativamente mejores para los niños.

Conclusión

La economía del comportamiento ha cobrado una relevancia aún mayor en la actualidad, al desafiar los supuestos tradicionales de la economía convencional y proporcionar una comprensión más completa del comportamiento humano en contextos económicos y políticos. En un mundo cada vez más complejo y dinámico, donde factores como la incertidumbre, la globalización y la rápida evolución tecnológica influyen en nuestras decisiones, la economía del comportamiento ofrece un enfoque más realista y adaptable para abordar los desafíos de la política pública. A través de la integración de conocimientos psicológicos en los modelos económicos, este campo proporciona herramientas poderosas para diseñar políticas más efectivas y centradas en el bienestar de la sociedad.

REFERENCIAS

Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Curso de Economía del Comportamiento. Recuperado de: https://indesvirtual.iadb.org/course/view.php?id=3033&section=2#tabs-tree-start

Erdoğdu, M. M., Batrancea, L., & Çevik, S. (Eds.). (2020). Behavioural Public Finance: Individuals, Society, and the State. Routledge.

Chetty, R. (2015). Behavioral Economics and Public Policy: A Pragmatic Perspective. The American Economic Review, 105(5), 1–33. http://www.jstor.org/stable/43821845

[1] En economía del comportamiento, un “nudge” o “empujón” es una forma de manipular las elecciones de las personas para llevarlas a tomar decisiones específicas.