ENFOQUES ABSOLUTOS Y RELATIVOS PARA DEFINIR LÍNEAS DE POBREZA

En anteriores artículos publicados (de mi autoría) hemos revisado que los economistas conceptualizamos a la pobreza como una “marcada privación del bienestar”. Esto implica la existencia de un parámetro, conocido como línea de pobreza que nos permite separar a la población en dos grupos: aquellos efectivamente privados y aquellos no-privados.

 

Vimos también que la definición de bienestar no es nada trivial. De hecho, existen muchas formas de conceptualizar el bienestar que tiene una persona. Amartya Sen, por ejemplo, hablaba de capacidades; mientras que los enfoques más tradicionales y ampliamente difundidos de medición de pobreza se pueden separar entre aquellos que aproximan las condiciones de vida de una persona (mediciones directas) o la posibilidad de tener cierto estándar de vida (mediciones indirectas) como aproximaciones del bienestar.

 

En el presente artículo me gustaría hacer énfasis en estas líneas de pobreza que nos permiten separar a la población entre privados o pobres y no-privados o no-pobres. La literatura nos muestra que podemos tener al menos dos enfoques para definir estos parámetros: absolutos y relativos.

 

Antes de definir cada uno de ellos, vale la pena resaltar que la adopción de un parámetro u otro no cambia la definición de pobreza en sí; sino que varían por la interpretación o creencia acerca de cómo se forman socialmente las necesidades. De hecho, como se podrá comprender más adelante, los enfoques de tipo absoluto son más propios de economías en desarrollo y los relativos de economías desarrolladas.

 

Un enfoque absoluto, parte de la premisa que la privación que tiene una persona es independiente del nivel de riqueza del resto de la sociedad. Además, si esta necesidad no es satisfecha, es una condición que denota la situación de pobreza de una persona en cualquier contexto.

 

Pensemos, por ejemplo, en las necesidades alimentarias básicas: Un hombre adulto, con una actividad física moderada, requiere la ingesta de aproximadamente 2200 calorías al día. Si esta persona no puede ingerir la cantidad de alimentos suficiente, estará privada. Nótese también que este requerimiento calórico es fijado por las características propias de una persona (edad, altura, sedentarismo, etc.) y es independiente al requerimiento de cualquier otra persona de la sociedad. Por ello, este parámetro de necesidades básicas alimentarias revela una situación de pobreza cuando no se alcanza y es independiente de las condiciones del resto del resto de la población.

 

En contraposición, un enfoque relativo sí depende de las condiciones del resto de la población. Esto porque la percepción individual de bienestar depende del nivel de bienestar o riqueza del resto de la sociedad. Pensemos en el siguiente ejemplo: una persona que gana el salario mínimo y vive en la ciudad más cara del país puede sentirse vulnerable; mientras que una persona con el mismo salario que vive una ciudad caracterizada por tener recursos económicos muy limitados puede estar muy lejos de sentirse pobre.

 

En consecuencia, conforme aumenta el nivel de riqueza de una sociedad, también se elevan los estándares y condiciones de vida mínimos que debería tener la población. Si bien hace un par de décadas, e incluso ahora en algunos países del sur global, la meta era que el 100% de la población tenga acceso a agua potable, hoy el reto es garantizar acceso a internet, por ejemplo.

 

Esta dinámica puede llevarnos a pensar que la pobreza, principalmente aquella que se mide usando líneas de pobreza relativas, es un problema englobado por la desigualdad. Este no es el caso. Si bien la pobreza y desigualdad son fenómenos relacionados, están lejos de ser iguales. Pensemos en este ejemplo: Imaginemos una sociedad agraria con una distribución dada de ingreso. Si por una condición climática extrema todas las personas pierden el 50% de sus ingresos, muy probablemente variará la tasa de pobreza medida por ingresos, aunque la distribución de ingresos (desigualdad) esté intacta.

 

Parafraseando a Sen, si bien las sociedades progresan y con ella aumentan los estándares de vida, existe un núcleo irreductible de pobreza absoluta; el cual será independiente del nivel de ingresos de la sociedad. Es por ello que, en economías emergentes, las líneas de pobreza son típicamente concebidas con un enfoque absoluto (un nivel de ingreso mínimo que garantice la posibilidad de comprar alimentos, por ejemplo) y en economías avanzadas las líneas de pobreza son usualmente relativas como, por ejemplo, un nivel de ingreso inferior a cierto porcentaje de la mediana del ingreso de la población.