SIN TECHO PROPIO: LAS BARRERAS ECONÓMICAS DE LOS JÓVENES BOLIVIANOS
En décadas pasadas, adquirir una casa propia era un objetivo alcanzable y esperado por muchos jóvenes adultos. Sin embargo, en la actualidad, este sueño se ha vuelto cada vez más inalcanzable para una gran cantidad de jóvenes, quienes se enfrentan a una serie de desafíos significativos en el proceso de compra de vivienda.
En Bolivia los precios de vivienda eran relativamente accesibles en comparación con los ingresos promedio. Hoy en día, estos factores han cambiado drásticamente. Las casas y departamentos son considerablemente más caras en relación con los salarios y la inflación, lo que dificulta enormemente que los jóvenes accedan al mercado inmobiliario. Uno de los mayores obstáculos para los jóvenes es la capacidad de obtener financiamiento hipotecario. Las rigurosas políticas de los bancos y la necesidad de ahorros significativos para el pago inicial son barreras difíciles de superar, especialmente para quienes recién comienzan sus carreras profesionales o enfrentan inestabilidad laboral.
A medida que las dificultades para comprar una casa tradicional han aumentado, los jóvenes han explorado nuevas modalidades de vivienda que se adaptan mejor a sus circunstancias y preferencias. Por lo que optan por seguir viviendo con los padres, rentan junto amigos o acceden a vivir en condiciones precarias. Hoy en día no se cuenta con una Ley de Inquilinato actualizada, si no que se mantiene la del 11 de diciembre 1959, es decir, una ley que no ha sido modificada en 65 años y que ahora es ignorada ya que tanto inquilinos como dueños deciden jugar sus propias reglas por mutuo acuerdo.
La tendencia de los micro-apartamentos y apartamentos 1D (1 dormitorio) hacia espacios más pequeños y eficientes ha ganado popularidad entre los jóvenes urbanos, que prefieren la ubicación y la accesibilidad sobre el tamaño de la vivienda. Otra opción emergente es la vivienda modular y las soluciones de vivienda alternativas que son más asequibles y sostenibles a largo plazo.
Las tasas de desempleo y el subempleo pueden limitar las oportunidades laborales disponibles para los jóvenes, dificultando su ingreso al mercado laboral formal o afectando sus posibilidades de obtener un trabajo adecuadamente remunerado.
Bolivia es el país con mayor trabajo informal del mundo, con el 85% de su fuerza laboral; condiciona a los jóvenes a trabajar en condiciones precarias, Según el CEDLA (Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario) Cinco de cada diez jóvenes trabajan en condiciones precarias. Los bajos niveles de salario hacen que sea difícil para los jóvenes ahorrar lo suficiente para realizar un pago inicial para una casa o departamento, o para acceder a créditos hipotecarios adecuados.
Para los empleadores, contratar formalmente puede implicar costos más altos debido a los impuestos, las contribuciones a la seguridad social y las regulaciones laborales, por lo que optan por la informalidad para reducir estos costos, y se generan nuevas modalidades de trabajo, siendo la más popular el pago por comisión y contratos de consultoría. Pero en una economía tan limitada, con un mercado tan pequeño como el de Bolivia es difícil para los jóvenes superar las metas propuestas por sus empleadores, y en muchos casos no logran obtener ni el mínimo nacional.
Las condiciones restrictivas para obtener crédito hipotecario, incluso el crédito de vivienda social, como ser el historial crediticio, ingresos estables o requisitos estrictos de garantía. son un obstáculo significativo. Sumado a esto, está el aumento en el costo de vida, incluyendo los precios de la vivienda y los servicios básicos, especialmente en áreas urbanas donde los precios tienden a ser más altos.
La inestabilidad económica y política puede generar incertidumbre en el mercado laboral y en el sector inmobiliario, afectando la confianza de los jóvenes para tomar decisiones financieras importantes y en la mayoría de las áreas urbanas, el crecimiento desorganizado y la falta de planificación adecuada pueden llevar a una escasez de vivienda asequible y accesible para los jóvenes, especialmente aquellos con ingresos limitados.
Poco a poco algunos bancos están implementando garantías hipotecarias alternativas, tratando de mejorar el principio de proporcionalidad, esta medida es un pequeño paso para tratar de arreglar esta situación que es considerada ya una crisis.