¿El Retorno de la Política Fiscal en la Agenda Gubernamental? ¡Es mejor errar en dar demasiado que demasiado poco!
Hace más de una década, sólo unos pocos investigadores estudiaban los efectos macroeconómicos de la política fiscal. Muchos responsables de la política macroeconómica y académicos se concentraron más en la política monetaria que en la política fiscal. Esta política fue ignorada como herramienta de estabilización anticíclica durante mucho tiempo. Sin embargo, la Gran Recesión (2009) y el Gran Cierre (2020) han vuelto a poner la política fiscal en la agenda de muchos países. Asimismo, estas lecciones han reavivado el interés por la política fiscal a través de investigaciones y conferencias. Además, muchos gobiernos también han adoptado paquetes de estímulo fiscal en respuesta a las recientes recesiones. Este cambio trascendental en el estudio de la política fiscal ha reactivado el debate sobre el impacto de la política fiscal en tiempo de crisis. Actualmente, el conocimiento de la política fiscal es crucial para la toma de decisiones y más aún en tiempos de pandemia.
Respuesta de la política fiscal a la pandemia
El gasto público de muchos países durante la Pandemia y las cuarentenas fueron mayores a los habituales. Tal es el caso de los Estados Unidos, el cual al principio de la pandemia su gasto público fue mucho mayor como proporción de su PIB. Haciendo una comparación con otros países, un 50% más que en el Reino Unido y aproximadamente tres veces más que en Francia, Italia o España (Romer, 2021). Esta respuesta fiscal a la pandemia hace que la relación entre la deuda y el PIB aumente y asimismo se reduzca el espacio fiscal para otros programas; no obstante, se coadyuva a mantener la vida de la población y su calidad de vida.
Política Fiscal No Convencional: Fondos para Hogares y Empresas
En esencia, la política fiscal no convencional comprende medidas que van más allá de los estabilizadores automáticos tradicionales, que suelen ser demasiado pequeños para contrarrestar los efectos de un choque de demanda adverso en el límite inferior. Estas medidas no convencionales sólo se activan cuando la economía entra en una profunda recesión. En este caso, la profunda recesión se la vive ahora con la pandemia.
La pandemia considerada como una crisis jamás vivida, ha ocasionado grandes problemas de liquidez en hogares y empresas. En el caso de los hogares, las cuarentenas generaron que muchas de ellas no cuenten con un flujo de ingresos habitual lo cual hace que no cuenten con los recursos mínimos para cubrir sus necesidades básicas. En el caso de las empresas, muchas de ellas cerraron y algunas están aún en la batalla de sobrevivencia. Según Blanchard (2020), se debe proporcionar ayuda financiera a ambos sectores para evitar un daño permanente a la economía. Distintos países están adoptando medidas como ser: bonos para los hogares, suspensión o cancelación del pago de impuestos, prestaciones por desempleo, adelanto de fondos o prestaciones a los trabajadores, entre otras medidas.
En Estados Unidos, por ejemplo, la duración de las prestaciones por desempleo aumenta automáticamente en cuanto la tasa de paro supera un determinado umbral. Por otro lado, el uso de planes de subsidio de empleo en gran parte de la zona del euro en respuesta a la pandemia es otro poderoso ejemplo de cómo las políticas fiscales no convencionales pueden estabilizar los ingresos de los hogares para evitar los riesgos de cicatrización a largo plazo. Del mismo modo, datos teóricos y empíricos sugieren que las políticas presupuestarias neutras que actúan por el lado de los ingresos, por ejemplo, diseñando una senda específica para los impuestos sobre el consumo y el trabajo a lo largo del tiempo- pueden apoyar eficazmente los esfuerzos de los bancos centrales por impulsar las expectativas de inflación y el gasto de los consumidores. (Schnabel, 2021)
Apoyo a la Demanda Agregada
En una recesión normal, el control de la demanda agregada sería la principal motivación para utilizar la política fiscal. Sin embargo, ésta no es una recesión normal es una guerra mundial contra el virus. Actualmente se tiene una demanda reprimida de los consumidores que no pudieron comprar bienes duraderos durante las cuarentenas. Asimismo, existe un ahorro preventivo por parte de los consumidores y una baja inversión por parte de las empresas. En este contexto, los gobiernos deberían tener su planificación de expansión fiscal dadas las características de sus economías. Los gobiernos no deben preocuparse tanto por el gran aumento de la deuda y la austeridad fiscal, debido a que si no se actúa ahora se frenara o ya se está frenando la recuperación económica.
Economías Avanzadas y en Desarrollo
En las economías avanzadas, la respuesta debe ser que, a menos que se produzca una derrota en la lucha contra el virus, la deuda seguirá siendo sostenible. Antes de la crisis de COVID-19, Blanchard había argumentado que los bajos tipos de interés implicaban no sólo que los niveles más altos de deuda eran sostenibles, sino también que el coste de bienestar de una mayor deuda para las generaciones futuras era pequeño. Los gobiernos de los países avanzados no deben dudar en incurrir en déficits si, dadas las limitaciones de la política monetaria, es necesario incurrir en déficits para mantener la producción en el potencial. Además, las economías avanzadas tienen un espacio fiscal sustancial (Blanchard, 2020).
Las economías en desarrollo, por otro lado, ya tenían problemas antes de la crisis de COVID-19 y se han visto afectadas no sólo por el virus, sino también por la caída de los precios de las materias primas y las grandes salidas de capital de los inversores que necesitan liquidez en casa. Algunas de estas economías no tienen espacio fiscal para reaccionar ante estos choques combinados y necesitan ayuda (Blanchard, 2020). Es esencial que las economías avanzadas apoyen a las economías en desarrollo y que las economías en desarrollo busquen salidas alternativas para incrementar su gasto fiscal y de esta manera afrontar la crisis de la Pandemia, y no solamente esperar la ayuda de los países avanzados.
Reactivando las Economías
La pandemia de COVID-19 perturbó bruscamente la actividad económica y, en la mayoría de los países, provocó la mayor contracción económica desde al menos la recesión de los años 30’. Cuando la gravedad de la pandemia se hizo evidente, las autoridades de todo el mundo comenzaron a aplicar una respuesta política amplia y multifacética. Esto incluyó la mayor respuesta de política fiscal en décadas, que limitó sustancialmente la caída de la actividad económica (Hudson et al., 2021). Siguiendo al autor, esta respuesta fiscal puede caracterizarse por tener dos fases:
La primera fase en apoyar a través de ingresos, preservar las relaciones laborales y apuntalar los sistemas sanitarios. Esto implica, grandes transferencias directas a los hogares, el aumento de las prestaciones de desempleo, los subsidios salariales y el aumento de la financiación de la asistencia sanitaria. La segunda fase, cuando se hayan controlado las infecciones, el apoyo fiscal se orienta a impulsar la inversión. Esto incluye infraestructuras públicas, inversiones y, en menor medida, incentivos para apoyar la inversión y el consumo privados. Estas medidas de apoyo se deben extender durante un período más largo.
Los datos demuestran que la austeridad no es rentable en épocas de crecimiento débil, incluso si la deuda ya es elevada; y mucho menos en tiempos de pandemia. Un apoyo fiscal específico mejorará la dinámica de la deuda en el futuro, en lugar de perjudicarla, al reducir las cicatrices que dejará la pandemia. Hay otra razón por la que una vuelta demasiado mecánica a niveles de deuda más bajos puede ser errónea: los recortes del gasto suelen ser los que más afectan a la inversión. (Schnabel, 2021).
Apoyo de la Política Fiscal a la Política Monetaria
La actual época de baja inflación y bajos tipos de interés -que probablemente no cambiará a corto plazo a la luz de la pandemia- obliga a reconsiderar cómo deben complementarse la política monetaria y fiscal para proteger a la economía de las grandes recesiones y minimizar los riesgos de cicatrización a largo plazo. La estabilización macroeconómica efectiva requiere políticas monetarias y fiscales no convencionales. Los bancos centrales deben establecer y preservar un nivel de condiciones de financiación que permita un gasto privado y público sostenible. La política fiscal, debe reconocer su papel en la transmisión de la política monetaria en un entorno de baja inflación y bajos tipos de interés. La consecución de esta combinación de políticas requiere un marco institucional que cree las herramientas y el espacio para que la política fiscal apoye los esfuerzos del banco central cuando la inflación esté por debajo de su objetivo y que reconozca la existencia de una restricción presupuestaria a largo plazo. (Schnabel, 2021)
Referencias
Hudson C., Watson B., Baker A and Arsov I. (2021). The Global Fiscal Response to COVID-19. https://www.rba.gov.au/publications/bulletin/2021/jun/the-global-fiscal-response-to-covid-19.html
Blanchard O. (2020). “Whatever it takes.” Getting into the specifics of fiscal policy to fight COVID-19. https://www.piie.com/blogs/realtime-economic-issues-watch/whatever-it-takes-getting-specifics-fiscal-policy-fight-covid
Romer C. (2021). The fiscal policy response to the pandemic. https://www.brookings.edu/bpea-articles/the-fiscal-policy-response-to-the-pandemic/
Schnabel I. (2021). Unconventional fiscal and monetary policy at the zero lower bound. https://www.ecb.europa.eu/press/key/date/2021/html/ecb.sp210226~ff6ad267d4.en.html