Una revolución tecnológica y de precios
Si algo debe sorprender con la actual caída de los precios del petróleo es que tal descenso refleja el gran crecimiento de las fuerzas de producción en los medios utilizados para extraer gas y petróleo aprisionado en rocas que se formaron hace millones de años. Un sistema de producción de elevados costos ha sido desarrollado gracias al gran ascenso de los precios de las materias primas que se suscitó en la última década. Precios tan elevados han estimulado a nuevas empresas a desarrollar tecnologías y técnicas que ahora le dan, particularmente a la economía de los Estados Unidos, una arista competitiva y colocan a ese país en la real posibilidad de ser el mayor productor de petróleo del mundo. Una condición impensable hace 10 años es ahora una realidad.
Entre las más destacadas características que ha demostrado el desarrollo del capitalismo se encuentra la gran capacidad para hacer crecer la productividad del trabajo. Un crecimiento apalancado sistemáticamente por el avance tecnológico ha generado sucesivas revoluciones de los medios de producción los que se han traducido en un aumento de la producción que, a su vez, han dado paso a otra forma de revolución en la circulación o en el mercado: la revolución de los precios.
Son los precios bajos que han roto toda clase de barreras en la historia del comercio internacional. Lo cierto es que no hay barrera que pueda aguantar a los precios que caen cuando sus descensos son el resultado de aumentos en la productividad del trabajo.
Estados Unidos está sustituyendo aceleradamente sus importaciones de petróleo. Tan cerca como el año 2010 esa economía importaba, en promedio, 309 millones de barriles de petróleo cada mes. En 2014 ese promedio ha caído a 236 millones. Con semejante reducción no es de sorprenderse que la oferta mundial, o sea lo que mayoritariamente producen los países de la OPEP (el cártel de países productores que tienen como fin bajar la producción cuando consideran necesario aumentar los precios) se haya quedado con una apretada demanda. La consecuencia es ya de dominio universal: una caída de los precios que muchos analistas internacionales predijeron desde hace más de un año.
Tan drástica y rápida ha sido la disminución de precios que incluso los productores marginales de petróleo de esquisto (la roca que aprisiona a los hidrocarburos) se han visto con costos más elevados que sus ingresos y, al menos temporalmente, se encuentran fuera del mercado. Existe un rango de precios en los que estos productores pueden producir generando utilidades y por el momento – efímero sin duda- está entre los 50 y 90 dólares por barril. Mientras tanto los que están con costos por debajo de los cerca de 80 dólares el barril -que ahora es el precio WTI que se establece en el mercado mercantil de Nueva York- continúan en la carrera de aumentar la oferta. Los que se ven fuera del mercado se encuentran mejorando sus técnicas y capacitando a su fuerza de trabajo para seguir en esta alocada carrera por aumentar la productividad y seguir haciendo caer los precios para persistir en el desmoronamiento de barreras comerciales.