¿Quién debe manejar las empresas del Estado?

Una reivindicación histórica de las corrientes nacionalistas y patrióticas en Bolivia y en todos los países dependientes ha sido el manejo y control de sus recursos naturales. Los defensores del capital, por el contrario, sostienen que dichos recursos pueden ser mejor administrados por los privados, sean ellos vía sus agentes nacionales o de las empresas trasnacionales. ¿Hay lógica y ética en estas dos visiones?

En el marco de la honestidad intelectual, es difícil defender la práctica nefasta de la rapiña del colonialismo y neocolonialismo a lo largo de la historia en América Latina, el África y Asia. Cuando España, Holanda, Francia, Inglaterra y Estados unidos empobrecieron a nuestros pueblos y gracias a ello, hoy estos países y sus regiones gozan de los beneficios que usurparon a las colonias y pueblos del mundo. En tal sentido, cabe preguntarse: ¿Fue beneficioso el colonialismo y el imperialismo en todas sus versiones?

No existe argumento ético para las atrocidades cometidas a nombre del progreso, el desarrollo y la civilización. Carece incluso de racionalidad (lógica) económica por que no contribuyó al desarrollo de las fuerzas productivas de los países sometidos.  Contrariamente, los sumieron en el peor de los atrasos y miserias.

Idéntica situación se presenta cuando se observa el manejo de los testaferros nacionales en cada uno de los países del orbe capitalista. Las clases dominantes, como en el caso de Bolivia, no tienen capacidad de oposición a los intereses trasnacionales. En la mayoría de los casos fueron cómplices del saqueo de los recursos naturales.

Las clases dominantes nativas carecen de iniciativa, no las caracteriza el “emprendedurismo” tan mentado. Si la burguesía se multiplico por estas tierras fue a la sombra del Estado, sea en gobiernos dictatoriales o democráticos. Pocos pueden negar que dichas clases que gobernaron Bolivia durante más de 180 años amasaron cuantiosas fortunas. Un país tan rico en recursos naturales bien pudo emprender niveles de desarrollo y progreso en beneficio de la población. Más lo que está a la vista de todos es el mayor atraso y dependencia.

Es pues ético y racional que un gobierno cuando este es patriótico (en el sentido de defender los intereses de la nación), quiera manejar sus recursos naturales, sus empresas y su propia industrialización. Esta lógica y ética es cuestionada por los privados, bajo el argumento de que el Estado no sabe manejar la economía, que es un mal administrador y, que tal cuestión debe dejarse a los privados por una supuesta mayor “eficiencia”. Aunque debe recordarse que los que representan dichos intereses privados manejaron el Estado durante casi toda la historia boliviana.

Desde el año 2006, una nueva visión y un sentido de dignidad propia impuso el manejo soberano de nuestros recursos naturales y empresas estratégicas. El resultado inmediato fue la redistribución de la riqueza nacional como nunca en la historia boliviana. Antes de ese profundo giro debe recordarse la desastrosa administración de COMIBOL (minería), YPFB (hidrocarburos), ENTEL (comunicaciones), Lloyd (empresa aérea). Épocas en las que “militares golpistas” y demócratas se llenaron los bolsillos a costa de las finanzas de las estatales.

Por supuesto, si los privados, los militares, la derecha boliviana, las clases dominantes del país se hacen responsables de la economía, los beneficios no llegan al pueblo. Se trata claro está, de quién administra el Estado. Es decir, la clase que administra el bien público. De ellos, históricamente solo se conoce la postergación.

Pero cuando la administración del Estado está en manos de sectores progresistas y patrióticos, la esperanza y la soberanía se convierten en bonos para la población más necesitada, en mayores ingresos, en estabilidad económica, en perspectivas de industrialización, en desarrollo de las regiones, en más salud, educación, trabajo y bienestar en general.

El manejo de la economía desde el Estado no necesariamente va en beneficio del país. Depende de la clase que lo maneja, de los intereses que se juegan; si son privados y de la derecha conservadora, por supuesto irá en beneficio de ellos y en desmedro de las grandes mayorías. Si son administrados por tendencias progresistas y liberadoras, los más necesitados que entre otras cosas son los que producen la riqueza, serán los beneficiados, junto a toda la nación.

Lo más patriótico que ocurrió esta última década, fue que el Estado Plurinacional haya recuperado la decisión de manejar parte de la economía nacional. De ser un simple regulador -como quieren y sueñan los privados- pasó a jugar un rol fundamental, producto del cuál, los indicadores económicos saludados por todos los estudiosos de la economía del mundo e incluso, por los organismos internacionales guardianes del capital internacional.

Se ha convertido en un mantra decir que las empresas públicas son deficitarias, algo repetido por los representantes del sector privado y la reacción, secundados por los medios de comunicación, que hoy son un monopolio a costa del cierre dictatorial de todos los medios alternativos.

Algo que por supuesto es absolutamente falso, del volumen de los ingresos que hacen al Presupuesto General del Estado, es decir los recursos para que funcione el país, las empresas públicas aportan el 37% del presupuesto; los impuestos el 45%, ambos suman el 82% (véase el gráfico). Recurso que hoy en manos de los privados en el gobierno están en riesgo.

Cuando la economía es manejada por un Estado que representa a las grandes mayorías, no todo debe ser lucro, pues algunas deben ser de carácter social. Una de las virtudes del modelo económico, social comunitario productivo del Estado Plurinacional, es precisamente haber priorizado el mercado interno, la estabilidad de precios que benefician a los campesinos, trabajadores y población necesitada.

No se necesita ser adivino del descalabro de la economía que se avecina en manos de los neoliberales, que, siendo gobierno transitorio, se han dado a la tarea de destruir todo lo bueno que se hizo en 13 años. ¿Esto es democrático? ¿Tiene racionalidad económica? El tiempo dará la respuesta.