CAPACIDAD DE GASTO Y UNA NOCHE MÁS: EL MILAGRO DE LOS PANES Y LOS PECES

Es una verdad de Perogrullo enunciar que el turismo es una fuente poderosa de desarrollo económico y social. Es un lugar común señalar al turismo como una prolífica fuente de divisas. Sin importar la obviedad de las virtudes de esta actividad, en Bolivia no recibe la atención estatal. Parecería que no se quiere utilizar esta poderosa palanca, a pesar de la extrema necesidad de divisas que se tiene. Las reservas internacionales caen, casi cada día. Utilizar la industria del turismo y colocarla en primer lugar de la agenda económica gubernamental debería ser prioritario, pero, el presupuesto del Estado apenas le asigna menos del 1%. Un verdadero misterio nacido de las entrañas de un Estado y su gobierno. Un misterio boliviano cuya resolución no se encuentra en este artículo y, tal vez, ni sea percibido por los gobernantes, aquellos que tienen la posibilidad de resolverlo, pero, no lo hacen. Tal vez, por lo tanto, nunca se resuelva.

La actividad turística cayó en el mundo por causa de la pandemia. Para darse cuenta de las dimensiones que tiene hay que tomar las cifras de 2019. De acuerdo a la Organización Mundial de Turismo (OMT), 1.469 millones de turistas viajaron por el mundo durante ese año. Por cierto, Europa se lleva la gran mayoría de esos viajantes y 219 millones llegaron al continente americano. De estos, únicamente 35,5 millones se dirigieron a América del Sur. Según el INE, Bolivia recibió 1 millón 200 mil viajeros internacionales. Las cifras mundiales cayeron en los años 20 y 21, pero iniciaron su recuperación en 2022 en un 56% de lo alcanzado en 2019.

Si se observan algunos países vecinos, cuyos datos se presentan en el Cuadro No.1, Argentina fue el que más turistas atrajo en el período pre pandemia con 7 millones 400 mil. Le sigue Brasil con 6 millones 400 mil, Chile con 4,5 millones y Colombia con 4,2. Estas visitas, que cuentan como turismo cuando hacen al menos una noche de pernocte, traducidas en porcentaje del total de exportaciones significaron para Colombia un 13,5%, para Bolivia 9,6%, Argentina 7,1%, Chile 4,2% y Brasil 2,4%.

Cuadro No. 1    Datos del turismo en cinco países de Sud América

PAÍSES

Llegadas

Ingresos por turismo como % de las exportaciones

Número de camas por c/1.000 turistas

Argentina

7.400.000

7,1

16,2

Bolivia

1.200.000

9,6

4,5

Brasil

6.400.000

2,4

Chile

4.500.000

4,2

14,1

Colombia

4.200.000

13,5

10,1

Fuente: OMT, INE.

Cifras que pueden ser incrementadas radicalmente para Bolivia porque tiene un gran potencial dormido de sitios turísticos. Si con lo que tiene puede alcanzar casi el 10% de las exportaciones, imagínese lo que se puede lograr si se pone verdadero empeño en activarlo. Por cierto, la infraestructura que tiene es pobre frente a otros países. En el país hay 4,5 camas por cada 1.000 turistas frente a Chile que tiene 14,1 o Argentina 16,2. 

Si se compara la ciudad de La Paz con el Cuzco, las diferencias son abismales. Con cerca de un millón y medio de habitantes La Paz cuenta con 100 hoteles para 300.000 turistas que llegaron antes de la pandemia. El Cuzco con 300.000 habitantes recibe 1 millón de turistas y cuenta con 2.000 hoteles; una relación 20 veces superior comparada con La Paz. Lima tiene 4.000 hoteles y Perú en su conjunto 21.000. En toda Bolivia se alcanza a 1.400 instalaciones hoteleras. La brecha es enorme, aunque los atractivos de Bolivia pueden llegar a ser equivalentes.

Hoy por hoy, Bolivia no invita ni a venir, ni a quedarse. Se evita que lleguen líneas internacionales. Parecería que se cree que BOA puede transportar a todo el que quiera venir a Bolivia y se mantiene un insensato monopolio. Se pone trabas a otras empresas aéreas por las vías administrativa y regulatoria. El aeropuerto de El Alto solo atiende a 2 líneas internacionales cuando en un momento asistía a 15. No sólo por causa de sus limitaciones físicas y operativas se ahuyentaron a esas aerolíneas, sino también por el costo de los servicios e imposición de restricciones para la obtención de permisos de operación aéreas.

La industria turística puede generar considerables mayores ingresos que cualquier actividad extractivista. Se puede duplicar cada año la cifra de visitantes del 2019 con inversiones que no superan los 100 millones de dólares. Esto significa realizar todas las tareas para, de una vez por todas, hacer de Viru Viru el hub del que se habla hace décadas (Asunción puede lograrlo antes, posiblemente este año). Se debe construir un nuevo aeropuerto para la zona metropolitana de La Paz en condiciones de competitividad internacional. Un millón 200 mil turistas que llegaron en 2019 significaron el 10% de las exportaciones, esto es más de 1.000 millones de dólares. Triplicar esa cifra significaría el primer puesto de exportaciones que pueden lograrse en un período menor a un lustro. La estabilidad de la economía exige que se haga este esfuerzo, pequeño frente a las elefantiásicas inversiones en otros sectores. 

La gran capacidad del turismo de generar divisas que engrosen las reservas es enorme y, además, en un brevísimo tiempo que puede ser este año, o tal vez el próximo mes, y de ahí en adelante recibir una gran aceleración. Pero, no se hace ¿O no se quiere hacer? ¿Por qué? ¿Será que supone una alianza pública-privada y a este gobierno le revienta lo privado? Sin embargo, es una clara, y posiblemente única, salida rápida, ágil, que tiene todo para ejecutarse (menos la voluntad gubernamental) y hacer que las reservas internacionales paren su descenso. Además, hace posible que mucha gente aumente sus ingresos y, por cierto, aumente su consumo. Una cadena económica típica del multiplicador keynesiano en plena y clara acción. 

Ciertamente, no es por vía de las buenas intenciones o vacuas declaraciones que se logrará. Bolivia debe concentrarse en turistas que tengan capacidad de gasto. Esto es, personas que lleguen por vía aérea en decenas de aerolíneas a las que se les permita llegar sin las trabas que ahora les impide hacerlo. Aviones que trasladen turistas que vengan a pernoctar el mayor número de noches que las atracciones ya existentes, o rehabilitadas (porque la pandemia las desmontó), creadas rápidamente porque no necesitan mayores esfuerzos, o construidas con la visión de una invitación a quedarse. Los cálculos indican que una noche más, de todo turista que llega a La Paz, significa 75 millones de dólares al año. Una noche más y otra, y otra es la forma de hacer realidad esa cifra multiplicada por millones de noches. Si este año se duplica el número de turistas que llegaron en 2019, los dólares llegarán en cantidades nada despreciables como para superar las exportaciones de oro que se aproximaron a los 3.000 millones de dólares en 2022. Sería la actividad económica de mayor potencial creadora de divisas. Con 3 o 4 millones de turistas (y un efectivo y decidido impulso a la asociación del Estado con el sector privado) se puede lograr un verdadero milagro económico en esta época de turbulencias y caída de los dólares en las arcas del Banco Central. Una noche más y el milagro de los panes y los peces sería una realidad para la economía boliviana.