EL ECONOMISTA DESORIENTADO EN 15 LECCIONES

Hoy en día se habla mucho de hacer explicaciones sencillas de la ciencia económica. La verdad es que no existe un camino fácil para comprender ninguna ciencia. Es cierto, sin embargo, que algunos conceptos se pueden explicar de forma más sencilla y así ayudar a que un mayor número de personas los comprendan. Pero, a partir de ahí, concluir que los conocimientos mínimos adquiridos con aplicaciones prácticas sencillas relacionadas con un entorno inmediato dan a cualquier persona no especializada la capacidad de desenvolverse con soltura en la interpretación de los fenómenos económicos es una gran mentira.

Se puede, por ejemplo, tener una idea de la causa y los efectos de una enfermedad. Incluso podrás descubrir cómo un medicamento contribuye a curarlo. Un médico, en un lenguaje sencillo, puede explicar qué significa cada situación que representa la enfermedad que se padece. Incluso se puede entender las complicaciones que esto tiene si se hace o deja de hacerse algo inadecuado o exagerado. Pero sería irresponsable decir que con estas pocas o muchas explicaciones uno se convierte en un “médico de la calle”.

Axel Kaiser, doctor en filosofía y profesor de la Universidad Adolfo Ibáñez, publicó en 2022 El economista callejero, 15 lecciones de economía para sobrevivir a políticos y demagogos. Con estas 15 lecciones, Kaiser cree que cualquiera alcanza “una comprensión profunda de la economía”, lo que lleva a la conclusión de que no necesita ninguna autoridad o poder central que pueda decirle qué hacer para alcanzar el éxito y superar las falacias de los políticos.

Partiendo de pensamientos exageradamente simplificados, así como los de Javier Milei, se afirma que lo más importante en la economía, o también en la sociedad, es el trabajo individual. Es cierto que ninguna forma de vida humana sería posible sin trabajo. El aspecto central reside, sin embargo, en el hecho de que la vida humana sólo es posible a través del trabajo social. Por cierto, si pinto una pared, es una tarea que puedo hacer solo. Pero la construcción del muro, la brocha que uso, la pintura, el solvente y hasta la silla a la que me subo para llegar a lo alto del muro son resultado del trabajo social. Es un resultado social o colectivo desde lo que hago con un instrumento –que no lo fabrico– hasta el hecho mismo de pintar, que se ve como un acto individual pero que es necesariamente repetición, imitación o forma de exhibir lo que se hace. Aprendí de los demás y es el resultado de lo que me enseñaron.

Estas afirmaciones, que parecen lugares comunes, es necesario reflexionar sobre ellas una y otra vez porque hay un reduccionismo impresionante en el discurso de los libertarios de hoy; todo es, para ellos, resultado del trabajo de una sola persona. Nadie necesita a nadie para lograr lo necesario para la vida. Todos aparecen como creadores originales, únicos y exclusivos.

Kaiser plantea que incluso la libertad es obra autónoma de un defensor pacífico o enérgico de este estado humano. Uno es libre porque quiere serlo. No es necesario lograr un resultado para que muchos sean libres. Además, sólo habla de libertad de comercio. Eres libre cuando compras o vendes sin restricciones. Entonces tus pensamientos también serán libres. Y has llegado a la posibilidad de realizar cualquiera de las dos acciones sin antecedentes previos. De repente, en la soledad más liberadora, produces, y en la aparición espontánea de otro productor solitario, compras o vendes. Así, sin mayores escrúpulos sobre antecedentes esenciales, se crea un mercado, que vive entre los mortales y ordena el universo.

Eres libre si tienes algo y lo defiendes, se insiste. Si alguien más no tiene nada, por cualquier motivo se le priva, a ti te toca defender lo que tienes para sentirte libre. El otro puede perecer o no; no importa. Lo importante es que ejerzas tu libertad cuando tienes propiedad privada. Al ejercerla, también ejerces tu derecho a vivir, a pensar y a hacer lo que quieras. Puedes ayudar a la otra persona si quieres, pero si no lo haces, no importa porque la otra persona, que puede que no tenga nada, concluye el autor, también es libre.

A partir de explicaciones sencillas se puede aclarar cómo funciona algo (mecánico, social o fisiológico) o tener una idea sobre el objeto de cualquier ciencia. Sin embargo, esperar que con un simple razonamiento se pueda abarcar todo lo que una sucesión de pensamientos, explicaciones, teorías y controversias sobre una ciencia, como la economía, que aún está en construcción, pretende dar como conocimiento concluyente, definitivamente me suena a engaño. Aunque Axel Kaiser, con su extraordinaria inteligencia, quiere liberar a la humanidad de políticos y demagogos con 15 lecciones, cae precisamente en lo que quiere evitar.