Tendencias Electorales

En menos de un año se han celebrado contiendas electorales en varios países sudamericanos. Uno de los primeros en desafiar al COVID-19 fue Bolivia que tuvo elecciones generales el 18 de octubre de 2020, luego de tres intentos fallidos. Los comicios en Ecuador se desarrollaron entre el 7 de febrero y el 11 de abril de 2021. En Chile se llevaron a cabo elecciones el 15 y 16 de mayo de 2021 para conformar a los representantes que redactarán la nueva Constitución que reemplazará la actual de herencia Pinochetista. En Perú, el sufragio para la renovación de poderes se realizó el 11 de abril y la segunda el pasado 6 de junio. ¿Qué tienen en común estos procesos electorales? La respuesta es motivo de este artículo. 

Todas las elecciones estuvieron antecedidas por un periodo (corto/largo) de crisis social y política, donde quedó en evidencia el desgaste del modelo contemporáneo de democracia conocido como democracia representativa, donde el desencanto contra la clase política llevó a la población a manifestarse directamente en las calles. La pandemia y la posibilidad de que los ciudadanos no asistan a votar por miedo a los contagios le dio un toque de mayor incertidumbre al panorama electoral. Empero, a pesar de ser una de las regiones más golpeadas por la pandemia, los ciudadanos asistieron a ejercer su derecho al voto. 

Las estadísticas muestran que el absentismo en los países andinos fue moderado e incluso bajó (Ecuador). Solo en Chile se reportó una afluencia menor de electores por debajo de la mitad del padrón electoral, como en anteriores elecciones. Pero más allá del contexto de salud que complicó enormemente la tarea democrática se atisban algunas tendencias trascendentales más allá de los resultados electorales. Se observa una fuerte polarización del voto entre las ideologías de izquierda y de derecha. La pandemia pudo haber acentuado la desigualdad y con ella las visiones más radicales de salida a la crisis reflejada en las preferencias electorales más extremas. 

La fragmentación del voto es otra característica en éste último periodo. Se observan nuevas fuerzas emergentes representadas por medio de asociaciones, agrupaciones, colectivos ciudadanos y profesionales independientes, con una orientación centro izquierda que tratan de diferenciarse de la descolorida clase política tradicional y han logrado desconcentrar el poder. El caso más llamativo es el chileno donde los partidos políticos sacaron sólo un tercio de los 155 miembros constituyentes. Con la conformación actual, se tiene poca capacidad de influir en el contenido de la nueva carta magna o de vetar de manera individual. Según un cálculo propio del valor de Shapley de las elecciones de constituyentes en Chile, indicador del reparto de la riqueza (poder) generado por las distintas coaliciones posibles, el partido más votado apenas tendría un 26% de influencia. Algo parecido se observa con la distribución de fuerzas en el nuevo congreso peruano y en menor medida en Ecuador y Bolivia que en las últimas elecciones resignaron sus mayorías (absoluta y 2/3). 

Otro hecho revelador es el voto indígena, el cual puede ser decisivo. Tal como ocurriera en Bolivia, donde el voto rural de mayoría indígena, le dio al MAS una cómoda victoria sin necesidad de repechaje. En el caso de Perú, el candidato Pedro Castillo logró superar por decimales a Keiko Fujimori en una de las elecciones más reñidas en la historia de ese país. ¿Tuvo algo que ver en su victoria la predominancia indígena de las regiones rurales amazónicas, Cajamarca y Huancavelica? ¿La división del partido Pachakutik en Ecuador, que logró un histórico tercer puesto, pudo haber influido en la derrota de Andrés Arauz frente a Guillermo Lasso?

El calendario electoral continúa en curso. El 14 de noviembre será el turno de Argentina donde las primarias del 12 de septiembre ya adelantaron un retroceso del kirchnerismo que sufrió una rotunda derrota en las ciudades más importantes del país. Los medios han calificado como gran ganador a un economista liberal de 50 años llamado Javier Millei, quien sacó el tercer puesto y que ganó mucha fama entre los jóvenes, gracias a su estilo particular con el que criticó a los gobiernos de Mauricio Macri y Alberto Fernández. También se avecina el turno de Colombia donde las constantes agitaciones sociales y el desgaste de la clase política están gestando la aparición de nuevos actores que con seguridad serán protagonistas de las próximas elecciones de 2022. Solo entonces sabremos si estas tendencias democráticas tienden a reforzarse en el subcontinente. De ser así ¿Cómo se deben adaptar los nuevos sistemas de partido?  Esta pregunta será tema de otro artículo.