SI LA PALABRA MUEVE, EL EJEMPLO ARRASTRA

Los bonos en dólares emitidos por el Banco Central, resultado de un convenio entre el gobierno y los máximos representantes de la empresa privada, debieron venderse como pan caliente desde el día mismo que se inició su emisión. Al menos eso creo que debió suceder si los firmantes y sus representados y seguidores o partidarios, creyeran en los que sus respectivos jerarcas hacen. Claro que se están vendiendo, pero, ciertamente no como los firmantes del convenio, supongo, tenían la plena confianza que se realizaría. Si mantuviesen un ritmo de 1 millón en ventas, que no es lo que está sucediendo, se requerirán cien días para alcanzar los 100 que pronostican los gobernantes.

Al observar este acontecimiento, recuerdo bien una frase que nos repetían a los alumnos del colegio San Calixto en mi época de “calixtino”. Se refería a que cualquiera podía hablar mucho acerca de hacer algo y esperar que otros lo sigan. O se puede decir una infinidad de cosas tratando de persuadir a qué alguna gente; seguidores, personas interesadas, o sea quien sea, se vea movida en su interior a asumir una conducta. Sin embargo, la enseñanza que se quería inculcar iba mucho más lejos. No era suficiente la palabra, si bien era necesaria, la gran trascendencia debe venir del ejemplo. La verdadera convicción recae en la acción, esto es realizar lo que se pregona: mostrar, en los hechos, de manera personal y comprometida lo que se quiera otros realicen.

Se puede esperar que mucha gente siga comprando los bonos emitidos por el gobierno. Aunque las tasas de interés no son precisamente las más atractivas, se puede razonar que, frente a la alternativa de mantener dólares guardados sin ninguna rentabilidad, invertirlos en bonos nominados en dólares con algún rédito, es más conveniente. No obstante, el factor más relevante, cuando de dinero se trata, es el de la confianza que se tiene en el deudor. Hoy por hoy, frente a un gobierno desprestigiado por el lado que se vea, el público tenedor de dólares no está, precisamente, con el gran deseo de confiarle sus preciados billetes verdes.

Los cien millones de dólares esperados, al paso que van, no se alcanzarán pronto. Aunque, a decir verdad, es una cifra poco ambiciosa dada las necesidades de divisas. El convenio que incluye la venta de bonos en dólares debió ser un gran atractivo para todo aquel gobernante y empresario que mantiene esta moneda guardada como refugio de valor. Deberían confiar plenamente en su medida y en su convenio.

En los dos primeros días el BCB apenas colocó 428.000 dólares. Al 1 de marzo, esto es, al cuarto día de emisión, llegó a un millón 54 mil. Hay gente que compra bonos de 1.000, 2.000, 3.000 dólares, pero a un plazo de tres meses con la más baja tasa de interés. Lo más conveniente para lograr que este tipo de deuda no se convierta en la guillotina que hará rodar cabezas, o que hasta el propio gobierno aumente la inestabilidad económica, es que se compren los bonos con el mayor valor de 50,000 dólares y al más largo plazo de tres años. De esta manera se comprará el tiempo en el que, tal vez, el gobierno encuentre el medio, la política, la producción exportable para alcanzar una fuente relativamente permanente de dólares. También podría ser que se produzca un milagro originado en la China o Irán sobre la base de la pignoración de algún recurso natural que logre el ingreso de los miles de millones que no sólo solucionen la encrucijada actual, sino incluso garanticen la reelección del Presidente.

En este momento ni los gobernantes que hicieron plata gracias a las prebendas, coimas, negociados y otras formas de enriquecimiento, están dispuestos a jugarse por la compra de bonos en dólares, ni tampoco los empresarios que firmaron el convenio. A todos ellos les correspondería mostrar que pueden apoyar con dólares en efectivo la salida de una crisis que cada vez se torna más oscura. Es la hora de mostrarse convencido de la medida que salió en su convenio. Es la hora del ejemplo que arrastre a todo aquel que tiene dólares en efectivo, de otra manera la medida dejará una deuda más que pagar.

Tampoco a la oposición parece interesarle lo importante, que hoy es la economía que se hunde aceleradamente. No se dan alternativas realistas que puedan mostrar una salida a una crisis que día a día se ahonda más. Los discursos de los opositores, bañados de generalidades, hablando de aspectos domésticos, y de anécdotas particulares, no logran ni atisbar una mínima alternativa de salida a la crisis económica y, por lo tanto, tampoco a la escasez de dólares. No se vaya a pensar que los bonos emitidos por el Banco Central constituyen la gran solución para abastecer de dólares a las necesidades de importaciones legales e ilegales. Es una pequeña medida paliativa que, a la hora de la verdad, ni los mismos gobernantes parecen creer en ella.

No sólo los gobernantes, sino también muchos empresarios, han acumulado considerables cantidades de la codiciada moneda extranjera. No es un mal momento, entonces, que demuestren que están dispuestos a darle un espaldarazo a la economía nacional y pongan una parte de los dólares que guardan a disposición del Banco Central mediante la compra de los bonos en dólares. Tal vez así, la población que resguarda su poder adquisitivo en dólares, masivamente siga el ejemplo.