50 euros para su bicicleta
El gobierno francés regala 50 euros para que cualquier ciudadano haga arreglar su bicicleta. Adecuando lo que se tenga que adecuar, cualquier gobierno que quiera impulsar la actividad económica de un sector que genera mucho empleo puede copiar la idea. En Francia abundan los ciclistas, las bicicletas y por lo tanto los talleres que las arreglan. Además de contribuir al ingreso de los reparadores de bicicletas, la medida crea un incentivo por el uso de este medio y se evita contaminar.
Idea simple con claros efectos multiplicadores. Se puede decir que en La Paz o Potosí no abundan las bicicletas o que han sido desplazadas por la abundancia de autos que invadieron las ciudades bolivianas. Con riesgo de ser apresurado se puede olvidar las bicicletas. Pero ¿no hay otras actividades que pueden ser equivalentes y de gran impacto en la economía?
Un sector a impulsarse por el gobierno de manera equivalente, por ejemplo, es el del mantenimiento de viviendas. Este requiere una serie de capacidades que poseen electricistas, albañiles, carpinteros, plomeros, y un gran etcétera. Además, mantener una vivienda exige comprar ladrillos, pintura, madera, piedra, arena y productos eléctricos y metálicos importados. Todos existentes en pequeñas, medianas, grandes empresas y el comercio que languidece.
Para Bolivia este subsidio puede ser algo más pródigo y subir a 3.000 bolivianos (cerca de 300 euros) para que el arreglo tenga algo más de impacto en las viviendas, en los trabajadores, en el gasto que estos realizan y, definitivamente, en la mayor eficiencia del efecto multiplicador. Con el gran celo por la transparencia que se tiene en el país (todo se hace de manera tan cristalina) se preguntará cómo controlar el uso de estos recursos. Muy simple; controladores que revisen por muestreo (100 por cada 10.000) y se exija a los subsidiados una declaración jurada. El mal uso exige se pague el doble del subsidio o trabajo comunal en áreas que requieren cuidado o mantenimiento que abundan ya por la cantidad de basura que hay por todas partes, ya por las zonas en riesgo de diversa naturaleza.
Otra medida útil para financiar el subsidio tiene características técnicas en lo económico. Se relaciona con el gasto fiscal y el equilibrio de éste con la expansión monetaria. Se trata de una tasa de interés preferencial para los bonos que emite el Estado dirigidos exclusivamente a las inversiones que realizan las AFP. Dado que la ley 65 eliminó el mantenimiento de valor en dólares de la pensión que pagan las AFP, se establece que el rendimiento de las inversiones en bonos del Estado no sea determinado por el mercado sino por una política pública. El rendimiento de estos bonos será igual al interés que Bolivia paga por sus bonos soberanos, cerca del 6% anual. Así los jubilados no verán sus pensiones disminuir de la forma en que ahora experimentan.
Hay muchas formas para que el Estado reactive la economía. Es momento de analizar modalidades exitosas que en otras latitudes ya buscan alejarse cada vez más de la convergencia de capitalismo, neoliberalismo y economía. Convergencia que domina las últimas décadas el pensamiento de decisión estatal y los centros académicos. Pensamiento que aboga por la austeridad, por lo tanto, disminuye el gasto fiscal y considera la impresión de dinero automáticamente inflacionario. Las respuestas económicas a las consecuencias de la pandemia están obligando, en el mundo, a que esta ortodoxia se abandone.
Si queda algún resquemor por 50 o 300 euros de regalo por el Estado, las tendencias económicas hoy se dirigen al pago de una renta básica universal para que todo ciudadano cubra sus necesidades básicas. Si esto parece insólito es porque las nuevas ideas siempre lo son. Más aún en Bolivia donde las ideas renovadoras tardan en llegar y las actitudes que se asumen más se parecen a un estalinismo de las viejas purgas soviéticas, que ya debieron ser superadas, que aquellas que deben dirigirse a crear una economía inclusiva, armónica y alejada de rencores ensoberbecidos.