A 150 años del Capital de Carlos Marx
La obra de Karl Marx tiene hoy una aplicabilidad extraordinaria que puede compararse con la de otros autores precedentes como Adam Smith. La salvedad es que entre ambos existe casi un siglo de diferencia. Diferencia que no se hace resaltar por la economía aunque Smith publicó la Riqueza de las Naciones en 1776 y Marx publicó El Capital en 1867. Entre la multitud de aciertos que la obra de Marx posee, una resalta de manera extraordinaria; el método de investigación. Este contribuye a entender mejor el mundo, esto es a hacer ciencia.
La Dialéctica como Método
Comenzaré explicando la dialéctica de Marx, la cual consiste en la observación de todo lo que existe inmerso en un cambio constante. Por ejemplo, una rosa comparada con una piedra al paso del tiempo. En la primera, presenciamos como se marchita paulatinamente y luego muere. La piedra, aparte de no presentar acabamiento paulatino es, en apariencia inerte e incluso podemos pensar que es eterna. Sin embargo, en la concepción dialéctica nada es eterno y todo está en constante movimiento; tanto los átomos que forman la piedra así como los de la rosa, por supuesto en distinta forma, no obstante, en ambos casos están en movimiento permanente. La realidad de los átomos que conforman a ambos cuerpos, sin embargo, permanece oculta a la inmediata percepción humana y de lo que se trata es revelarla; mostrar las leyes que rigen ese movimiento: esa es, en parte, la labor de la ciencia. Nada está completamente concluido pero todo tiene un inicio y un fin, como una hoja o el ser humano, todo nace y muere y todo en la historia pasa por este proceso. En economía política, las formas en las que los seres humanos modifican su realidad material, por ejemplo, se encuentra en constante movimiento en una permanente confrontación del ser humano y la naturaleza, en el avance de la ciencia y la tecnología y las maneras en que se presenta la distribución de lo producido y el consumo.
Karl Marx, en su concepción dialéctica, toma la visión de la totalidad de Hegel. Esta totalidad se la puede apreciar en la naturaleza como en la sociedad. Esto es en la transición de una semilla al convertirse en un árbol. El todo está contenido en la unidad y la unidad en el todo. Lo mismo en el capitalismo en el que la mercancía, como célula de un gran tejido, refleja la totalidad de un gigantesco aparato productor de bienes destinados a ser intercambiados en cúmulos crecientes que sumergen a la humanidad en una desesperada vorágine de consumo de productos que no dejan de salir al mercado. Asimismo, el ser social como individualidad es parte de la totalidad que es la sociedad y todos somos seres sociales que expresan cada uno a su modo esa totalidad. Esta es, sin embargo, una relación que genera interrelaciones permanentes y se afectan sus partes recíprocamente entre sí y con el todo.
En la explicación de los determinantes de las realidades sociales desde una perspectiva idealista, Marx da vuelta a esa concepción hegeliana y la coloca sobre sus pies, para dejar de estar de cabeza; al revés. Es, entonces, la existencia que determina la conciencia. Es el ser material que, en última instancia, determina al ser espiritual, a la conciencia. Este condicionamiento, sin embargo no se da de manera mecánica sino que, en el devenir de los hechos sociales, una vez alcanzado determinado grado de desarrollo de la base material se generan fuerzas en la conciencia humana que modifican la base material. De otra manera sería imposible explicar las revoluciones sociales que se han gestado a lo largo de la historia humana. Estos movimientos transformadores no se dan automáticamente por la mera mutación de los hechos materiales sino que exigen grados de conciencia en los seres humanos que los hace capaces de conducir los procesos revolucionarios y de otorgarles su impronta de clase social y las características humanas y de humanización que ese grado de conciencia alcanza. Solo así se puede concebir el logro de resultados de mayor desarrollo del ser humano hacía una plenitud del propio ser.
También el método de Marx incorpora la contradicción. La contradicción se ve en la naturaleza, en la vida, en todo proceso que nos rodea. Posee, no obstante, una lógica interna y es por eso que la dialéctica puede definirse como la lógica de las contradicciones. La comprensión de la realidad en esta lucha de contrarios nos ayuda a comprender la realidad que en apariencia se muestra única y hasta eterna. La dialéctica nos permite partir de una realidad que permanece y que cambia a la vez. No es el equilibrio que permanece en los fenómenos económicos es el cambio que predomina.
El papel de la Ciencia
El papel de la ciencia es explicar, entender, predecir, es decir, a partir de lo que se entiende vislumbrar más allá. Nada es por siempre constante, todo sufrirá una modificación, un cambio, hasta alcanzar una nueva transformación, un salto cualitativo. La explicación y la predicción no son simétricas. Un ejemplo; la aspirina, que se descubrió a fines del siglo XIX recién en la década de los años 70 del siglo XX se pudo entender su funcionamiento para aplacar el dolor en los seres humanos. Inicialmente se pudo predecir que calmaba el dolor pero no se sabía cómo lo lograba; lo propio ocurre aún ahora con la gravedad y lo que se ha llamado la partícula de Dios, y otros fenómenos que se predicen su comportamiento pero no se conoce su profunda realidad. Un otro ejemplo, que vuelca lo anterior: se conoce que las especies evolucionan al adaptarse a su entorno pero no se sabe exactamente cuando realizarán un salto evolutivo. En este caso se explica y se predice hasta cierto punto, en lo grande, pero no el detalle, algo así como la fecha, u hora de cuándo se producirá una mutación evolutiva.
De esta forma la ciencia construye y de-construye permanentemente. Se tiene que tratar de entender lo que se encuentra alrededor, pero a la vez, se tiene que explicar o deconstruir lo que se ha elaborado en abstracción, en la aproximación a una realidad concreta, porque esa es la manera en la cual se perfecciona el conocimiento.
Se puede hablar siempre del método científico, ya que existen muchos. En el estudio, con el avance de la ciencia y del conocimiento, se decidirá cuál es el método que contribuye y permite entender mejor la realidad; y cada uno podrá escoger su propio método o combinarlos de acuerdo a su mejor utilización. En este sentido, hay algo importante que rescatar de la autora Joan Robinson, quien señalaba que la dificultad no reside en lo que se enseña, sino en lo que se aprende; la ideología exige aceptación, y la ciencia requiere duda y cuestionamiento permanente de aquello que estamos aprendiendo efectivamente, ¿nos muestra la realidad?, ¿nos la oculta?, ¿es el mejor método para descubrir esta realidad?.
La Lógica Formal y la Dialéctica
Ahora veamos los principios de la lógica formal. Por ejemplo, el principio de la identidad donde A es igual a A (y siempre lo será), B es distinto a C, entonces A es distinto B, y A es distinto C. La dialéctica no niega esta lógica formal; la absorbe. La lógica formal tan solo toma un aspecto relativamente pequeño de cualquier aspecto que busca explicar de la realidad. En economía, uno de los usos de estas propiedades de la lógica formal, por ejemplo, es el concepto de la preferencia revelada como la expresión de un deseo realizado en un momento dado pero que no puede cambiarse porque, lo explicado en la demanda de lo preferido, romperá el equilibrio alcanzado.
Otro ejemplo de mayor complejidad que muestra el uso de la lógica formal en economía, el concepto de la utilidad. En este caso, la utilidad entendida como una dimensión del placer y del dolor, lleva la concepción de que las cosas que uno posee son un fin en sí mismo por la satisfacción que otorgan. Aquí, lo que indica Jeremías Bentham, es que la utilidad puede medirse y establece cuatro dimensiones para su medición: la intensidad, la duración, la certidumbre y la proximidad; dimensiones totalmente subjetivas. Subjetividad, que las hace imposibles de hacerlas conmensurables plenamente. Tal vez se puede alcanzar un gado de medición en uno mismo, pero jamás será apto de llegar a una comparación de las diversas experiencias personales que nos haga capaces de generar una fortaleza en el conocimiento.
El concepto de utilidad de Bentham vuelve irremediablemente a la satisfacción obtenida por el uso de un bien. Hablar de utilidad es igual que hablar de satisfacción. Por otra parte, para Marx la utilidad proviene de las características o particularidades materiales propias de los artículos y por ellas son el medio para la satisfacción de las necesidades humanas. En contraste, Bentham confunde el fin con el medio y el medio con el fin. De esta manera, lo que se tiene es la satisfacción igual al bien. Cuando se la ve desde la perspectiva de Marx, el bien no es un fin en sí mismo, el fin es el ser humano y la satisfacción de las necesidades humanas, por lo tanto, se va a tener una visión de desarrollo donde se lo impulsa a favor de la realización humana y no para que el PIB tan solo crezca como promedio per cápita. Bajo la visión utilitarista el crecimiento del PIB per cápita expresado en un mayor número de valores de uso dará mayor satisfacción. Se trata entonces de acumularlos para alcanzar mayor bienestar, sin que importe la distribución equitativa de los mismos o el cúmulo de mercancías que se alcance. De aquí al consumismo contemporáneo hay tan solo un paso. En la concepción de la economía política no solamente se busca el crecimiento del PIB sino también las formas para generar la plenitud en el ser humano. El aumento de la producción es el fin y el desarrollo pleno de los seres humanos es el fin. En el utilitarismo la visión implica un inmediatismo entre la cosa y la satisfacción, no hay visión del proceso ni de la transformación a través del tiempo. Además, es un error lógico confundir medio con fin y viceversa.
El capitalista encuentra en el utilitarismo un fundamento doctrinal para hacer del consumismo una virtud de la acumulación de riquezas, y ésta, la base del crecimiento económico. El consumismo se ve como una consecuencia natural de esta visión utilitarista y es a ella a la que critica Marx. A partir de esta visión del consumo por el consumo, es que también se puede observar la secuencia económica que domina, que es el dinero. Coloca la mercancía en el medio, donde el dinero prima como la expresión de un incesante aumento del capital, es decir, su fin es hacer más dinero. En este contexto, no interesa el desarrollo humano, aunque algunos indican que este capital es la base para el desarrollo de la economía, de la sociedad y del ser humano.
Sin embargo, en esta visión del consumo por el consumo el ser humano es visto como “cosa”. No es extraño, entonces, de hablar de capital humano y se da educación al ser humano para mejorarlo como cosa, como máquina, como capital. No es una preocupación por el ser como tal, sino por el ser visto como “cosa” que necesita mantenimiento, no realización. Se vende la mercancía, una fuerza de trabajo, que obtiene un salario para incesantemente volver a comprar cosas. De esta manera, unos son los que acumulan y otros los que compran incesantemente. Esto es lo que busca el capitalismo.
Economía y Política
Toda la ciencia económica es economía política. Generalmente se hace esta división artificial y se habla de economía y economía política. Se estudia economía por un lado y economía política por otro. Sin embargo, no hay ninguna economía que no pueda ser política, y cualquier tipo de acción, conducta, interpretación de las teorías de los saberes que se denominan económicos, intentan siempre conocer una realidad que pueda ser macro o micro, o pueda ser de una etapa histórica determinada o de un instante, consciente o inconscientemente, todas tienen derivaciones, conclusiones o resultados de carácter político. Todo mercado siempre conduce al equilibrio y a la satisfacción (eso es lo que se nos enseña), el que participa en un mercado tiene que llegar a esa satisfacción y tiene que generar un equilibrio, pero este es un planteamiento más dogmático que real, es posible que en algún momento se dé, o se utilice para tratar de entender algunas situaciones que pueden ser simplificadas, pero en realidad son prácticamente inexistentes.
Por otra parte, es imprescindible señalar que no toda economía política es científica. En este sentido, la economía política ha servido para el engendro de muchos dogmas. La economía política de los manuales que surgieron en la ex URSS son la más clara expresión de leste proceso de dogmatización al generar “verdades” inmutables y una forma de empujar a la gente a estar de acuerdo con ella o ser considerado fuera de lugar: el enemigo. Si no eras parte de ella estabas contra ella; el maniqueísmo es un expresión anti dialéctica . Así también lo es, el pensamiento que estamos destinados a un paraíso comunista como una verdad indiscutible. Se puede hablar de la existencia de muchas formas de comunismo, pero es difícil pensar en ello, como el “paraíso”, esto depende de los propios seres humanos, su evolución material y de los grados de consciencia que se logren.
Economía y Crematística
Marx observa la distinción entre lo que ahora se entiende por economía y la economía política. Marx ve el aspecto que denomina crematística, haciendo referencia a Aristóteles, y ve que esta “crematística” es una forma de economía política vulgarizada que coloca al dinero como fin, esto es, a la riqueza, particularmente expresada en dinero, como también a la riqueza expresada en acumulación de cosas.
La explicación de la dialéctica tiene que basarse en un constante avance material que permite predecir en grandes rasgos el avance de la historia. Por medio de ésta, se puede conocer determinadas leyes que permiten ver lo que ocurre con el capitalismo. Sin embargo, al ser la ciencia asimétrica, esta predicción no será precisa o exacta del todo en determinado momento o bajo cierto contexto del futuro.
El motivo del cambio de las fuerzas de producción de hoy en día muestra que la tecnología y la innovación están cambiando la relación entre los seres humanos permanentemente. No es que el capitalismo ha dejado de crecer, el capitalismo sigue continuando, sigue impulsando revoluciones industriales. La dialéctica permite entonces ver estos cambios, continuamente permite ver grandes investigaciones e innovaciones y el desplazamiento de las viejas formas de producción, la destrucción de puestos de trabajo y la creación de otros, etc.
Ahora, puede haber fuerzas contrarias al avance productivo, las denominaremos fuerzas reaccionarias, que según sus intereses no dejan avanzar a las fuerzas productivas, esto es usual, por ejemplo, en la industria de automóviles e hidrocarburos. Sin embargo, el avance tecnológico de la sustitución de los hidrocarburos por otras formas de energía es mucho más fuerte que los frenos corporativos que se generan por preservar el uso de hidrocarburos.
Hacia una Nueva Humanidad de Recolectores
El avance tecnológico permitirá que los precios bajen, aproximándose a cero o lo que Risking llama la tendencia hacía al costo marginal cero y permitirá que los seres humanos se vuelvan recolectores una vez más, aunque, por supuesto, en un entorno tecnológico superior. En el que, a la vez, la tecnología continuará avanzando. En ese sentido, las necesidades crecerán y se reproducirán, cada vez habrá mayor necesidad de materias primas y el uso de estas materias primas está limitado por su disponibilidad en la naturaleza. Sin embargo, la tecnología, nuevamente, modificará el uso de todos los materiales y su reciclaje. Por lo tanto, no se acabará y se botará. Aunque no podamos parar el calentamiento global, podemos ser resilientes y adaptarnos al cambio climático.
El capitalismo impulsa al consumismo porque vive de la acumulación del capital, tiene que vender de manera gigantesca para continuar con esta acumulación. En el transcurrir del tiempo, la sociedad capitalista se transformó en una sociedad planificada, la planificación de la cual habló Marx y que no estuvo en la Unión Soviética, Corea del Norte o Cuba. Es una planificación generada por el propio avance del capitalismo y que se tiene en las empresas multi y transnacionales. Estas empresas planifican el diseño de las cosas, su producción hasta su consumo, aunque su propia evolución conduce a la destrucción de la propiedad privada.
De aquí nace la tecnostructura que es la organización que existe dentro de las grandes empresas que diseñan el producto, planifican el proceso de producción, determinan el consumo y condicionan al consumidor. Esta tecnostructura no posee los medios de producción, pero conoce todos los procesos, y planifica el futuro de los productos. La propiedad formal está concentrada en pocas manos (el 1%), no pertenece a la tecnocracia, pero tiene el control de la propiedad y, por lo tanto, determina la distribución del ingreso en condiciones extremadamente desiguales. Al mismo tiempo, existe competencia entre la burguesía que revoluciona los medios de producción y los que resisten este proceso.
Por otra parte, los estados industrializados son los que menos propiedad tienen, son las empresas privadas quienes controlan a estos estados. No obstante, la propia tecnología y su rápido desarrollo, pueden llegar al punto de controlar todo y llegar a liberar al ser humano.
No existe, sin embargo, la certeza de un “paraíso”, ese paraíso pude ser planificado y de recolectores, o un paraíso de gente totalmente controlada por la tecnología y por los dueños que la administran y controlan esa tecnología. No obstante, la lucha de clases no cesa, el desarrollo pleno de los seres humanos debe concluir con la derrota de esa burguesía que intentará preservar el control del “paraíso”.
En conclusión, la base material a la que se avanza abre una nueva perspectiva pero no la convierte en certeza. Esto dependerá de reconocer el poder que tenemos los seres humanos, para controlarnos sobre las manipulaciones de otros y del grado de benevolencia que insertemos en el futuro de la humanidad.