Bolivia 2025 ¿Llegaremos tarde al futuro?

Hace algún tiempo, un amigo que vivía en La Paz debía asistir a un evento importante en Cochabamba. Por diversas razones llegó tarde al aeropuerto, perdió su vuelo y tuvo que tomar un bus para llegar a su destino. Obviamente llegó muy tarde. De hecho, llegó al final del evento, cuando éste terminaba y todos salían.

Al revisar algunos de los planteamientos de desarrollo que se impulsan en Bolivia, siento que estamos llegando tarde, como mi amigo, cuando todos están partiendo en otra dirección.

En la agricultura se sigue incentivando el monocultivo, la utilización de transgénicos, la utilización de más de una especie de soya transgénica y más recientemente de maíz, que se cultivan ilegalmente, ya que en la constitución se autorizó únicamente el cultivo de una sola especie de soya transgénica. Cabe resaltar que estas especies fueron modificadas genéticamente para resistir la fumigación con venenos agrotóxicos, que a su vez contaminan los suelos, por lo tanto, las fuentes de agua dulce.

Bolivia cuenta con una gran variedad de productos agrícolas. Sólo en los tipos de maíz existen 77 razas (aún más que en México donde hay 64), que deberían ser preservadas como patrimonio agrícola; pudiendo ser utilizadas, promocionadas y exportadas como productos alternativos por sus cualidades alimenticias, rescatando y resaltando las técnicas de cultivo naturales, y exportando los productos agrícolas como 100% “Bio”. Estos cambios generarían mayores regalías para el país, en lugar de beneficiar a multinacionales como Bayer – Monsanto, multinacional dueña de estas semillas transgénicas y que por sus patentes podría terminar siendo propietaria de la agricultura boliviana, si seguimos utilizando su tecnología.

En lo referente a la ganadería, ésta requiere de grandes extensiones de terrenos, los cuales son obtenidos deforestando miles de hectáreas. El ganado produce grandes cantidades de metano, siendo a nivel mundial la segunda fuente de emisiones de gases de efecto invernadero después de la industria y antes del transporte; además requiere grandes cantidades de agua, 15 mil litros de agua son necesarios para generar un kilo de carne de acuerdo a la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura). Dada la escasez de agua por el cambio climático (que se hizo más evidente en varias zonas de La Paz a finales del 2016), deberíamos ocuparnos en preservar los bosques para no cambiar los ciclos naturales del agua, y pensar seriamente si queremos más agua o más parrilladas o churrascos.

En cuanto a la generación de energía eléctrica, se continúa insistiendo en construir mega represas, como las de “El Bala-Chepete” y “Rositas”, sin tomar en cuenta los monumentales desastres ambientales causados por las mismas, como el incremento en la generación de gases de efecto invernadero (dióxido de carbono y metano) que contribuyen al calentamiento global y el desplazamiento de los pueblos indígenas que habitan en la zona. Por el contrario, se podrían impulsar proyectos que consideren la utilización de energías renovables, combinando diferentes tecnologías como la generación de energía eléctrica por biomasa, turbinas eólicas, plantas termosolares y fotovoltaicas a gran escala. Estos proyectos tendrían la capacidad de generar la misma o mayor cantidad de energía que las mega represas citadas (alrededor de 4 Gigawatts), sin desplazar poblaciones, ni invadir áreas protegidas y evitando la emanación de gases de efecto invernadero.

Un claro ejemplo de las políticas gubernamentales dirigidas a cuidar el medio ambiente y luchar contra el cambio climático se observa en India, que se propuso incrementar su capacidad de generación de energía eléctrica utilizando energías renovables con el objetivo de generar 175 Gigawatts para el 2022. En los tres últimos años ya ha conseguido generar un tercio de su objetivo, 60 Gigawatts, utilizando únicamente energías renovables.

El territorio boliviano recibe altos niveles de radiación solar, entre los más altos de la región. Es posible “sembrar” el Altiplano de plantas solares y “cosechar” energía eléctrica de ellas; almacenándola en baterías, en forma de energía cinética en cilindros giratorios, o utilizando esa energía para generar combustibles renovables como el hidrógeno o el amoníaco.

En lugar de inundar y deforestar 771 Km2 en el proyecto de El Bala – Chepete, lo que equivale a casi la totalidad de la superficie de las ciudades de La Paz (472 Km2) y El Alto (363 Km2) combinadas, se puede construir una planta fotovoltaica en el Altiplano con una superficie de 64 Km2. Esta planta generaría la misma cantidad de energía, con la posibilidad además de dividirla en varia plantas para favorecer a más poblaciones en la región. Estos beneficios podría provenir de las regalías por ventas de ésta energía.

¿Qué está haciendo Bolivia para cuidar el medio ambiente?

De seguir bajo un esquema extractivista y sin generar alternativas, seguiremos retrasados. Una vez agotados los recursos naturales ¿que tendremos para venderle a otros países? Con esa visión es que actualmente Arabia Saudita plantea convertir su desierto en un Oasis turístico y de bienes raíces, siguiendo el ejemplo de sus vecinos, los Emiratos Árabes. Bolivia ya cuenta con paradisíacos lugares que se podrían aprovechar sustentablemente, apoyando la preservación de la naturaleza y de lo auténtico.

¿Qué se hace para fomentar la investigación y la utilización de nuevas tecnologías? ¿Qué hacemos para conservar talentosos jóvenes profesionales? La tecnología avanza cada vez más de prisa y necesitamos actualizarnos y promover el desarrollo de tecnología y su utilización. La automatización en muchos niveles ya es una realidad, autos autónomos, ciudades inteligentes interconectadas, transportes masivos de alta velocidad, autogeneración de energía eléctrica, generación y explotación de datos a gran escala, son algunos de los temas que deberíamos estar tomando en cuenta como vías de desarrollo.

La mejor manera de crear un mejor futuro es mediante el incentivo a la educación, además debemos replantear la educación a todos los niveles, tomando en cuenta que no sólo es necesario saber utilizar el conocimiento, sino utilizarlo por el bien de todos. Si un proyecto favorece sólo a un grupo de personas, o peor aún, va en detrimento de otros, debería ser replanteado o directamente descartado. De otra forma, es claro que quienes lo apoyan serán los más beneficiados y por lo general éstos suelen ser quienes están en el gobierno de turno.

Debemos tomar conciencia de que quien da el poder al gobierno es el pueblo y por lo mismo tiene todo el derecho a pedir absoluta transparencia a todas las entidades públicas.

“No es cierto que el gobierno y los bancos tienen mucho dinero, tienen NUESTRO dinero.” (Joan Antoni Melé, Banca ética, La dignidad humana, fundamento de una nueva economía) y tenemos todo el derecho de decidir en qué y cómo se lo utiliza.

Es necesario una actualización de nuestros paradigmas, para actuar de manera más inclusiva y colectiva, utilizando el conocimiento a favor de todos. Como Jeremy Rifkin indica:La suposición tradicional de que ‘el conocimiento es poder’ y se utiliza para el beneficio personal está siendo subsumida por la noción de que el conocimiento es una expresión de las responsabilidades compartidas para el bienestar colectivo de la humanidad y del planeta como un todo”.

Al ser un país en vías de desarrollo tenemos la ventaja de poder construir prácticamente desde cero. Basémonos entonces en los mejores ejemplos, conservemos nuestros mejores talentos, incentivemos la inmigración de talentos nuevos y tomemos en cuenta las tendencias a las que va el resto de la humanidad.

Dejemos de querer que la Bolivia del futuro sea como la que hubiéramos querido hace 20, 30 ó 50 años atrás. Planifiquemos y construyamos un país que podrá adaptarse a las condiciones ambientales, a las tecnologías y a los servicios que el resto del mundo tendrá en las próximas décadas y en las que podemos invertir y construir ahora. Pensemos e incentivemos proyectos e infraestructura considerando las verdaderas necesidades y condiciones que tendrán las futuras generaciones.