EL PAPEL DEL ESTADO EN LA ECONOMÍA

A lo largo de la historia del pensamiento económico, desde Adam Smith hasta los neo institucionalistas -pasando por keynesianos y monetaristas- el rol del Estado en la economía siempre estuvo limitado de una u otra manera.

El famoso leviatán -un monstruo bíblico que el filósofo inglés Tomas Hobbes idealizó hace más de 370 años- personificaba la imagen del Estado como un ser todopoderoso cuya autoridad la ejercía a partir del monopolio de la violencia, con la cual defendía y sometía a sus propios súbditos. 

El pensamiento liberal tanto político como económico sustentó su filosofía en esta percepción del Estado. Los individuos requerían ser libres para tomar sus propias decisiones sin la intromisión de un ente superior que oprima sus libertades individuales. Así, surgió el individualismo económico justificado en la búsqueda del interés personal el cual podría conducir al bienestar social como si una “mano invisible” actuará por detrás para conseguirlo. 

En 1776, Adam Smith escribió el libro “Una investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones”, el cual, sentó las bases teóricas para justificar el funcionamiento de los mercados. Smith, por el contrario, fijó al Estado un rol secundario en la creación de riqueza, circunscrito a la defensa, la seguridad y la edificación de algunas infraestructuras públicas. Todo el pensamiento liberal y neoliberal posterior basó su filosofía en esta idea errónea del individualismo porque reivindicaba las libertades humanas como opositoras al funcionamiento del Estado. 

Este pensamiento sería dominante durante la Gran Depresión y hasta después de la Segunda Guerra Mundial cuando surgiría una corriente que demandaría un rol más activo del sector público en la economía, que vendría de la mano de las ideas del economista inglés Jhon Maynard Keynes que dominarían el ámbito académico por varias décadas. También influyó el nuevo orden mundial establecido a partir de los acuerdos globales de Bretton Woods. No obstante, el rol activo del Estado quedó reservado “únicamente” a situaciones de insuficiencia de la demanda agregada efectiva. 

En paralelo, en los años 60, brotó en los países en desarrollo una corriente más entusiasta en cuanto a la importancia del Estado en lo económico, según la cual el sector público debía liderar el proceso de industrialización. La política estatal también asumió una postura más proteccionista. El pensamiento estructuralista de la CEPAL comenzó como políticas concretas y teorías parciales y con el tiempo se fueron consolidando hacia un único cuerpo teórico amplio y coherente. Desafortunadamente, la estrategia de industrialización, vía sustitución de importaciones fracasó, aunque no dejó de ser una respuesta valiosa, con visión propia que rompió con el discurso de desarrollo desde el norte.

Posteriormente, la macroeconomía keynesiana fue desafiada por la estanflación de los 70, la crisis de deuda latinoamericana, el colapso del sistema de planificación socialista, el surgimiento del monetarismo y la revolución de las expectativas racionales que refutaron la fundamentación teórica de la intervención estatal. Durante los años 80, en adelante, el rol del Estado pasó a un plano secundario bajo el cual debía garantizarse el equilibrio fiscal para que no absorbiera los recursos del sector privado (crowding-out).

La alta influencia de las políticas del Consenso de Washington, que formaron parte de las reformas estructurales de los años 80 y 90, impulsaron ajustes fiscales que buscaban el equilibrio mediante privatizaciones y el desarrollo de instrumentos que tenían como fin limitar el gasto. El pensamiento neoclásico retomó la discusión del exceso de intervencionismo del Estado y justificó la intervención únicamente en aquellas situaciones en las que los mercados presentaban “fallas”. El Estado asumió un rol subsiario al mercado. El pensamiento neo institucionalista procuró que el Estado interviniese solamente para la protección de los derechos de propiedad y contribuir a reducir los costos de transacción entre privados. 

El Estado fue visto como incapaz de producir (porque se asumía que no podría ser nunca eficiente), incapaz de invertir (porque se partió del prejuicio que es siempre deficitario), incapaz de competir (porque se presuponía que no está sujeto a las mismas leyes que el mercado) e incapaz de innovar (porque esta era una tarea reservada exclusivamente al sector privado). En síntesis, se construyó toda una narrativa para la no intervención estatal que fue construida desde la visión de los países desarrollados que terminó influyendo enormemente en los países en desarrollo. 

Empero estos mitos sobre el Estado han comenzado a ser rebatidos en el mundo teórico y empírico en las últimas dos décadas. En años recientes investigaciones como las de Joseph Stiglitz (2016) o Mariana Mazzucato (2015), demostraron el rol estratégico que cumple el Estado en la innovación tecnológica y que es esencial para el despegue económico. La crisis financiera internacional de 2008 ha confirmado los límites de la expansión del mercado financiero sin la intervención estatal. La emergencia sanitaria también ha resurgido la necesidad de un Estado mucho más benefactor del que suponía la ortodoxia económica. 

Todos estos hechos destacan una tendencia reciente a la revalorización del rol del Estado, aunque todavía requiere de un marco teórico unificador que los integre. 

En Bolivia, con la implementación del Modelo Económico Social Comunitario Productivo, el sector público asumió un rol más protagónico en el área económica y social, logrando importantes resultados en términos de crecimiento económico sostenido, reducción de la desigualdad del ingreso y eliminación de una fracción importante de personas en situación de pobreza. La experiencia boliviana forma parte de esta nueva visión de delegar un papel estratégico al Estado en el desarrollo económico. 

Este breve resumen sobre la importancia del Estado en la economía, forma parte de mi libro: “La política fiscal en Bolivia: lecciones y desafíos del Modelo Económico Social Comunitario Productivo”, que se publicó recientemente en el mes de agosto, el cual, le invito a examinarlo.