EL ORO: UN FETICHE

Si para algo sirve el oro es para exaltar la vanidad. “Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad” reza el Eclesiastés. El oro exalta la necedad, la arrogancia, la vaciedad y no otra cosa. Sin tomar caminos bíblicos, en el plano terrenal y de la economía cotidiana, de cada mil kilos producidos de oro en el mundo, tan solo 100 se destinan al uso industrial, el resto es… vanidad con las alas doradas, como dice el bolero.

El poderío de los Estados en el mundo se encuentra en la capacidad de su producción y también en el poderío de su industria bélica. Aunque, ciertamente, no faltan gobernantes que mantienen la creencia que es el oro la base del poderío mundial; la restauración del patrón oro, nada menos, formó parte de la plataforma electoral de Trump.

Hay que recordar que los países guardan oro porque en el desarrollo de la economía capitalista, particularmente, se le otorga el carácter de fetiche, como si tuviese vida propia y valor por sí mismo. El oro no es la mejor manera de preservar las reservas internacionales. Obsérvese, por ejemplo, qué ocurrió con el valor de las reservas en oro que posee Bolivia. El año 2000 este país tenía 28,3 TM de oro en sus reservas valoradas en 245 millones de dólares. El valor de esta misma cantidad de oro subió hasta 1.088 millones en 2009, por el simple ascenso del precio de la onza troy. Cualquiera podría decir que esta es la evidencia necesaria por la que vale la pena guardar oro. Sin embargo, cuando el precio del oro baja, las reservas también bajan. 

Simplemente, se deja de poseer la “riqueza” que artificialmente se registró en la contabilidad de las RIN. Según cifras del BCB, el año 2010, Bolivia compró 7 TM de oro; con 35,3 TM en 2010, Bolivia nominalmente poseía 1.613 millones de dólares en sus RIN. En 2011 compró otras 7 TM más. Para septiembre de 2015, cuando Bolivia ya contaba con 42,3 TM, éstas se valorizaron en 1.606 millones de dólares. O sea, Bolivia era más rica en 518 millones de dólares que en 2009, pero más pobre en 7 millones de dólares que en 2010. Bolivia compró 14 TM de oro, para aumentar las RIN, pero éstas se valorizaron y desvalorizaron a precios del mercado del oro. Así como compró puedo ahora comprar oro en bolivianos y venderlo en dólares, así aumentarán las RIN.

Todavía hay personas que creen que el oro es el respaldo de la emisión de dinero. El 15 de agosto de 1971 los Estados Unidos elimina el oro como respaldo de su moneda y desde entonces se habla de la confianza como respaldo del dinero. Sin embargo, el verdadero respaldo de las emisiones es la producción de bienes y servicios de una economía y la confianza en la moneda es su directa consecuencia, no su causa. 

También se cree que “el oro” son “las joyas de la abuela” y deben ser resguardadas de cualquier intento de nietos irreverentes que las quieran vender. Hay economías cuyas RIN no tienen este componente o lo tienen muy pequeño, como son los casos de Uruguay y Chile, para mencionar dos ejemplos cercanos. Para los Estados que poseen parte de sus reservas en oro, éstas son un activo que puede ser utilizado para lo que convenga a la economía. 

La necesidad primordial de Bolivia en el momento actual es mantener su estabilidad económica. Esto quiere decir mantener el uso generalizado del boliviano que, a su vez, exige mantener el tipo de cambio fijo. Mantener la paridad de la moneda nacional con el dólar exige tener una cantidad de divisas (preferiblemente denominadas en dólares) para responder a las necesidades de importaciones y evitar mayor especulación con el dólar. Esta cantidad se la tiene en las RIN, pero una parte considerable está en oro (equivalente a 2.676 millones de dólares), otra en Derechos Especiales de Giro (la moneda del FMI) por un monto de 540 millones. Ambos activos pueden ser convertidos a dólares y así aumentar los 620 millones en divisas.

La continuación de la política de tipo de cambio fijo es vital para evitar un considerable aumento de la inflación. La inflación tiene consecuencias sociales muy serias en el empobrecimiento de los sectores vulnerables de la población, que en Bolivia supera el 80% de la misma. Evitar esta amenaza, debe poner en frente de los ojos de los bolivianos que el oro es un fetiche, un metal 90% inservible para respaldar las reales necesidades humanas de todos los días.