Los límites al crecimiento económico
El crecimiento económico parece una tarea que no puede tener ningún tipo de restricción. Más aún, desde la perspectiva de un país pobre y sin industria parece que todo es aceptable menos pensar en poner límites al crecimiento. Son tantas las necesidades de la población boliviana que parece insensato incluso mencionar algún tipo de salvedad al aumento de la producción nacional.
La economía boliviana presenta un sello indeleble de profundas ataduras al crecimiento del capitalismo. Ya desde la Colonia, la minería fue la actividad que ató a este territorio a la extracción de minerales destinados a ultramar. La misma actividad sigue jugando un papel en extremo relevante para incrementar las divisas imprescindibles para abastecer a la sociedad de lo que desea consumir.
Sin embargo, es el mismo sector el que, históricamente, ha dejado una huella social y ecológica gigantesca. Marcó la evolución de esta sociedad, primero, al dar paso a la mita y, luego en su devenir a la creación de la clase obrera. La introducción del tren puede ser considerado como una marca tecnológica que vinculó el socavón con los puertos aunque poco dejó para una mayor transformación del capitalismo interno. También su herencia es poderosa en la existencia de relaves, desmontes y gigantescos agujeros que caracterizan a la minería a cielo abierto. La contaminación que la minería genera no es siempre evidente en cuanto a acuíferos subterráneos se refiere.
A pesar de estos profundos rastros, a muchos todavía les parecerá un contrasentido colocar un límite a la minería. No obstante, es necesario establecer una etapa de transición hacia actividades más amigables con los suelos del territorio. Etapa de paso a nuevas actividades que, en un cálculo de costo/beneficio son de mayor rédito económico y social. Pensar así conduce a una visión que toma más en cuenta al ser humano y el entorno en el que vive.
A partir de esta visión se hace imprescindible reflexionar en las otras formas en que Bolivia produce para exportar. Los hidrocarburos pierden peso como fuente de energía pero siguen en un puesto de extrema relevancia como fuente de materia prima para la elaboración de un sinfín de artefactos, tejidos, vehículos y hasta viviendas. Sin embargo, es una fuente finita o no renovable ¿Qué pasará con la humanidad el día en que ya no se cuente con esta materia prima?
La tecnología y los grandes avances que alcanza no son suficientes para abastecer a los seres humanos de todas las necesidades que hoy en día siente y busca satisfacer. No hay una fuente inagotable de recursos que puedan transformarse para sustituir a los hidrocarburos. Se puede pensar en la luz solar para dotar a la humanidad de una fuente inagotable de energía, pero, es tiempo de analizar esa fuente con lo que significa su transformación. Los paneles solares, requieren, a su vez, de energía no solar y de materias primas no renovables que provienen de la minería.
Las gigantescas computadoras, que hoy almacenan gigantescas y crecientes bases de datos provenientes de toda la actividad humana, cada vez más “espiada” en todo lo que cotidianamente ejecuta, consumen energía en crecientes magnitudes. Son maquinas que generan elevadas temperaturas y demandan enfriamiento. Refrigeración que, a su turno, exigen mayor energía.
El círculo vicioso que las economías contemporáneas enfrentan con relación a su progresiva necesidad de energía, que se torna en formas de mayor demanda de energía es uno de los más serios dilemas que hoy se enfrenta. El modelo de acumulación hasta ahora predominante no puede resolverlo. Tampoco la respuesta es la de volver a un primitivismo que abandoné todo tipo de bienestar que se alcanzó.
En los años 70 del siglo pasado se habló mucho de la necesidad de imponer límites al crecimiento y las advertencias de ese entonces parecieron, a los ojos de muchos, simplemente exageradas. Hoy la reflexión de imponer los límites vuelve a renacer con mayor evidencia por las consecuencias de esas advertencias desoídas.